Wednesday, July 12, 2006

MECENAS. La institución del Mecenazgo.

La práctica de protección a artistas de distintos ámbitos de la cultura tiene raíces históricas muy antiguas. Estas prácticas son muy anteriores a la institucionalización de las mismas alcanzada con la denominación de mecenazgo. Es muy posible que desde tiempos arcaicos, muchos de los poderosos emperadores, reyes, reyezuelas o nobles, hayan tenido esa vocación de sostener las artes. Éstas, en general, eran practicadas por individuos que carecían de medios para hacerlas conocer y valorizarlas. La protección les permitía su difusión ante círculos áulicos en los casos de literatura y música y embellecimiento de palacios por parte de plásticos y escultores. La protección se extendía también a hombres de ciencia.

De más estaría intentar investigar el inicio de esta práctica en algún espacio y tiempo, así que podemos partir para recordar la antiguedad de la misma, recurriendo a épocas muy cómodas de recordar en cuanto individuos de cultura de base grecolatina. Para no evadir el sentido de comodidad, seamos prácticos y ubiquémonos en en el corazón de la Grecia clásica y en su gobernante más representativo de ese siglo V antes de Cristo, Pericles.

Este gobernante ateniense y hegemón de la Liga de Delos, fuente de los recursos, protegió, entre otros, a un grande de los escultores griegos y del arte universal, Fidias. La protección fue de tanto peso que después de las obras del partenón en Atenas, el famoso artista esculpió su obra maestra, la esatua de Zeus en Olimpia, establecido en ese pequeño poblado entre los años no olímpicos, en carácter de desterrado, acusado de quedarse con parte del oro utilizado en las obras del partenón. En realidad, en términos modernos, fue un tiro por elevación dirigido a Pericles, a quien, como todo gobernante y triunfador, enemigos no le faltaban.

Continuando con las prácticas de protección a artistas en el ámbito cultural grecolatino de Grecia, pasamos a Roma, pero para este tema, Roma no es un lugar más donde sus gobernantes protegen a los artistas, sino que es donde se produce la institunialización de la práctica que, como hemos señalado, se alcanza dando una denominación a la misma: Mecenazgo. La institución del mecenazgo no recibe el nombre por bautismo en concilio, sino que con el tiempo, acentuado en el renacimiento, se pasará a llamar en forma universal a la antigua práctica que en Roma es llevada a cabo por Cayo Clinio Mecenas.

Mecenas fue un noble romano de la más alta aristocracia, amigo y consejero de Octavio desde mucho antes de que éste sea dignado Augusto. Invirtió gran parte de su fortuna en el sostenimiento de los artistas de la época pero con fines diferentes a los llevados a cabo por los demás miembros de la aristocracia y generales. Los aristocracia, aparte de otros artistas para prestigio personal, les interesaba contar con literatos para mantener por escrito el linaje de su rama familiar y de la gens. Los generales mantenían a su cargo y se hacían acompañar en las campañas por hombres de letras para poetizar sus victorias.

Mecenas lo hace con fines más altos. Más allá de ayudar a quienes compartían su amor a las letras, y que él practicaba, no eran para su prestigio, sino con el alto objetivo de exaltar y honrar a su emperador rodeándolo de figuras culturalmente destacadas, que era una forma de glorificar a Roma y emular la gloria de Grecia, que perduró por sus artistas. En gran medida puede hablarse de una política oficial llevada a cabo con gran sutileza que resultó muy beneficiosa, tanto para el emperador Augusto, como para Roma y las letras latinas, no en vano a ésta época se la conoce como el Siglo de Oro de la Literatura Latina.
Representantes típicos de ese siglo de oro de la literatura latina fueron Virgilio, Horacio, Propercio, Ovidio y muchos otros. Todos ellos gozaron de la protección y apoyo de Mecenas y lógicamente de Augusto, pero más allá del carácter sutil de la intención, no sufrieron presión política y además gozaban de total libertad de expresión. Por otra parte, Mecenas brindó su amistad a quienes compartían su pasión por las letras, en realidad con escasa dedicación y producción, aún cuando está calificado literariamente como poeta preciosista. La afinidad de Mecenas con literatos nos ofrece en esta rama mayores posibilidades de ejemplos sobre la protección a los artistas, pero estaba extendisa a todos los niveles de las artes y las ciencias.

Sin embargo, muchas de las obras versaban sobre temas rurales y eran coincidentes con la política del emperador de volver a la antigua austeridad campesina y regenerar las corruptas costumbres en que había caído la sociedad romana en su paso de la república al imperio, tema en que el exitoso gobierno de Augusto, puede anotarse en el registro de objetivos no logrados. La posible dirección u objetivos de aquellas manifestaciones literarias, hacen presumir que a pesar de lo expuesto, alguna influencia se hacía sentir por el solo hecho de los privilegios que gozaban.

Pasada a quella época y unos siglos más de existencia del imperio, después de su caida, es posible que por muchos siglos posteriores pocos recordasen a Mecenas. Pero a partir del XV y durante el XVI, los siglos del Renacimiento, el renacer de las artes grecoromanas, la confluencia de un grupo de pintores, escultores, arquitectos, literatos, filósofos y hombres de ciencias, en un marco de auge económico permitió la realización de grandes obras arquitectónicas y artísticas. Y es en este momento que resurge la modalidad de protección a los artistas y ejecutores de esas obras en el ámbito de las cortes europeas, principalmente en Roma. A quienes aplican esta práctica, reyes, duques, magnates y papas, se los identificará con Mecenas y se los llamará mecenas. La práctica generalizada, será el mecenazgo.

Desde los papas Julio II y León X, mecenas de los artistas de San Pedro, pasando por los Sforza de Milán, de los cuales Ludovico, el Moro lo será nada menos que de Leonardo da Vinci, hasta Lucrecia Borgia que en Ferrara disponía de la riqueza del duque, su esposo, para esta práctica, algo más noble que otras que le achaca la historia, elevaron a la altura de la época la institución del mecenazgo. Pero debe aclararse que este mecenazgo, aparte de algunos casos de total protección con mantenimiento, consistía en los altos pagos que se efectuaban por las obras a los artistas de fama, en algunos casos ofrecidos, en otros cobrados como precio u honorarios por sus trabajos.

Este último aspecto de los altos honorarios tuvo efectos más positivos para los artistas que la mera protección, por cuanto les permitió liberarse de los gremios y talleres y además un importante ascenso en la escala social. Primero por el salto de estatus de artesanos a las de poetas y eruditos y por la disponibilidad económica que alcanzaron niveles de evidente riqueza. Muchos que no tenían la talla de los muy conocidos poseían grandes casas e incluso fincas rurales. Entre los famosos del Cuattrocento, Leonardo da Vinci recibía elevados sueldos oficiales en miles de ducados en Milán y mucho más en francos desde la Francia de Francisco I, país en el que murió. Sumados estos enormes ingresos eran una verdadera fortuna. En el Cinquecento es muy conocida la magnifica vida que llevan Rafaél Sanzio y Tiziano Vocelli. Muy diferente era la modesta y misogénica (sólo un amor platónico) vida llevada por Miguel Angel Buonarroti que rechazó pagos por trabajos en San Pedro, pero porque su fortuna se lo permitía, según explica Hauser en su Historia Social de la Literatura y el Arte.
El mecenazgo no dejó de practicarse en siglos posteriores con distintos fines, algunos con el de proteger a los artistista y el arte, y en otros, el arte y los artistas se beneficiaban de la práctica con fines políticos. En el siglo XVIII en Europa era común el mecenazgo de políticos o gobiernos principalmente a escritores a la par de los privados. Pero en Inglaterra, el mecenazgo con finalidad política tuvo un serio golpe por varias causas. Una de ellas fue la ampliación de lectores; otra el acta de derecho de propiedad del autor de 1709, causas que exigirían explicaciones, como la liberación de los escritores pero con otros efectos que exceden nuestro objetivo. Pero hay otra más directa. El pleno dominio en el parlamento de los Wigh, desplazó primero a los mecenas cortesanos y al poco tiempo, al no necesitar más del apoyo literario como un medio más para lacanzar el poder, acabó con el mecenazgo político.

En la actualidad, personas de alto nivel económico que en forma particular directa o por medio de fundaciones que sostienen instituciones de arte o bien otorgando becas, mnatiene vigenta la instiución del mecenazgo. Por otra parte, en varios países los estados nacionales, estatales o provinciales, han instalado o tratan de legislar, diferentes legislaciones que llevan a la creación de un mecenazgo con apoyo, control o intervención oficial. La recaudación de fondos no es muy conflictiva por cuanto se trata de beneficios impositivos a aquellas empresas que desarrollen actividades en favor de la cultura artística. El problema para los que no tienen resuelta la legislación, estriba en quienes manejarán los fondos y de ello deriva quienes serán los destinatarios. Es el caso argentino de un proyecto de ley con media sanción.

Tanto Mecenas como los mecenas renacentistas, no tuvieron los problemas que el mundo contemporáneo impone, por lo que bien podría decirse con Becquer, que Mecenas y los mecenas, esos, no volverán.
Fin.

Bibliografía.
Grimal, Pierre. “El siglo de Augusto” Bs. As., Eudeba, 1965.
Jones, A. H. M., “Augusto” Bs.As., Eudeba, 1974.
Millares Carlo, Agustín. “Historia de la Literatura Latina”, México, F.C.E., 1964.
Hauser, Arnold. “Historia Social de la Literatura y el Arte” Madrid, Guadarrama, 1968.
Selección y composición: Ernesto Del Gesso.

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