Tuesday, November 06, 2007

Nombres personales. El modelo romano.

Nombres personales.
El modelo romano.

Dentro del marco de los atributos que otorga la racionalidad a la especie humana, sus individuos necesitaron identificarse entre sus pares. Estas identificaciones se han asignado de muy diferentes fuentes, que, en la antigüedad, en la mayoría de los casos, se modificaban siguiendo la vida de la persona. Los cambios ocurrían porque las fuentes de los nombres eran determinadas características de cada individuo que iban desde las físicas y sicológicas, hasta las del estatus ordinal en la prole, como Primo, Quinto, Quintina, pasando por las que hacían referencia a la actividad. Podrían considerarse más recientes los nombres dados por la residencia, llamados de origen geográfico, propio de la expansión de la población humana. Entre muchas otras, más nuevas serán las derivadas del santoral católico.

En un principio se daba a las personas un solo nombre, pero con el correr del tiempo pasaron a ser dos, a las que en muchas culturas le agregarán otros. El perfeccionamiento de la identificación es efecto de la superación de la etapa de clanes. La organización de clanes en tribus y la evolución a pueblos, responde al aumento no sólo cuantitativo, sino también cualitativo por las incipientes complejidades que tomaban las comunidades.

El proceso señalado tuvo una motivación principal que fue la reafirmación del vínculo de los hijos, en particular el primogénito, con el padre y de éste con sus ascendientes. Por esta razón aparecerán las indicaciones —entre otras— de “hijo de” como Mac, o Ibn, Sin embargo, este perfeccionamiento de su identificación, si bien será atributo personal, no será exclusivo, sino compartido con los demás miembros de la familia a la que pertenecía. Los individuos pasarán a tener un nombre propio y otro de familia. Así que, de la forma natural de pertenencia familiar, se ingresa a la valorización jerárquica de la familia.

Las herencias políticas y económicas, muchas veces adelantadas en forma cruenta fueron el motor de la modalidad, a lo que hay que sumar otras pretensiones menores como las de prestigio social que aparte del orgullo, no dejaban de brindar ventajas (y las siguen teniendo). La institución, adaptada a los tiempos, en algunos aspectos mantiene plena vigencia en las sociedades contemporáneas.

Lo expuesto, que intenta explicar los orígenes del nombre y apellido, no desconoce que el mundo se pobló en diferentes regiones por distintas etnias, cada una con su cultura, en la que las instituciones de los nombres y las familias ocuparon su lugar en la historia de los mismos. De esta complejidad se ha tomado como modelo los nombres de personajes de la antigua roma, pero, por lo señalado, se trata sólo de un período que abarca la era republicana y principios del imperio, ya que más adelante el tema de los nombres se fue modificando.

Advertencia imprescindible para tratar cualquier aspecto de los romanos de aquella época, es que debe recordarse que esa sociedad estaba fraccionada en patricios y plebeyos y que los primeros lo eran por linaje, detentando los derechos políticos y económicos. Por eso, cuando se habla de la composición de los clásicos nombres romanos, estamos hablando de patricios, por cuanto los de los plebeyos se reducían a las antiguas formas de un nombre propio y que tras mucho tiempo fueron incorporando el de familia.

Hecha la aclaración, dentro de la época que tratamos, vayamos a los nombres de los patricios masculinos, por cuanto los femeninos diferían de estos y los veremos más adelante. Los hombres tenían tres nombres clásicos, que eran, praegnomen, nomen, cognomen, La tria nomia, que en adelante llamaremos prenombre, nombre y sobrenombre, puede observarse en Marco Tulio Cicerón, Cayo Julio César o Publio Virgilio Marón. A estos tres nombres en algunos casos, como veremos, podían sumarse uno o dos sobrenombres, y en determinados casos, se agregaba una forma muy especial que era el agnomen.

El prenombre era el nombre propio de cada romano que corresponde a nuestro actual nombre de pila (por la pila bautismal). Los romanos no fueron muy originales en asignar prenombres, utilizaron muy pocos, siendo los más comunes Cayo, Marco o Lucio. A los primogénitos se les daba los tres nombres del padre, idénticos al del abuelo, bisabuelo, etc. Los otros hijos varones variaban sólo el prenombre. La nominación se efectuaba nueve días después y se registraba con una fórmula de abreviaturas. Entre estos tres nombres, el central era el de familia y corresponde a nuestro apellido. Pero aquella familia romana difería de la nuestra.

La familia romana, aparte del parentesco natural por consanguinidad, también estaba institucionalizada por la religión manifestada en los cultos propios del hogar, los lares y a los antepasados, los manes. Pero las hijas, al casarse, dejaban de ofrendar en la suya de sangre para hacerlo en la de su marido y sus antepasados. Esto llevaba a que sus hijos tendrían otro parentesco al de sus tíos y primos consanguíneos.

Sin embargo, podían tener el mismo nombre de familia que sus antiguos parientes consanguíneos, por pertenecer a una misma gens. ¿Qué era la gens? Conocer la fundamental institución romana exigiría un libro para reseñar todos sus aspectos y ni hablar de las interpretaciones. Así que pasaremos a realizar una breve síntesis de lo más relacionado con los nombres. Las familias primitivas o muy antigua que tuvieron un pater familias, esto es, padre de familia o jefe de hogar, que haya sido héroe, político destacado o de gran riqueza, repetirán su nombre para toda la descendencia de línea paterna consanguínea y a muchas otras formas de vinculaciones.

Aquel fundador será el genus de la gens, a quien se le rendirá culto en cada hogar como tal y a todos sus sucesores muertos. La pertenencia a una de estos clanes significaba tener estirpe patricia y ser patricio. Pero no a todos los miembros de la gens les alcanzaba la calidad de patricios, sino sólo la de ciudadano, que en realidad, con relación al resto de la población, ya era mucho. Estos eran los clientes.

Los clientes, en general trabajaban las tierras originales y ampliadas del grupo familiar propietario ya sea en forma permanente o por cuenta propia en pequeñas parcelas que recibían en forma precaria con pago de canon. También los había quienes realizaban otras actividades o servicios, en muchos casos en actos eleccionarios. Por cualquiera de estas prestaciones recibían protección económica y personal del patrón (Patroni; Patricii; Patricio) que los incorporaba a su gens como clientes.

Para terminar con el aspecto cuantitativo de quienes componían una gens, falta agregar a los libertos y esclavos. Estos últimos también pertenecían a la gens pero no dejaban de ser esclavos, salvo que, en caso de ser libertos, obtenían el beneficio de clientes con uso del nombre de la gens. Toda esta suma de pertenencias, explica que cada gens podía llegar a comprender a miles de personas.

El nombre gentilicio tenía la particularidad de la terminación en “io”, detalle que puede observarse en los ya citados y muchos otros, como Cayo Clinio Mecenas, Quinto Horacio Flaco, Marco Porcio Catón o en Cayo Octavio Turino. La gens también tenía carácter de cofradía por cuanto sus miembros no podían hacerse acusaciones públicas.

Los sobrenombres fueron apareciendo en los últimos siglos anteriores a Cristo y las razones del agregado fueron varias, por lo cual, en algunos casos llegaron a ser más de uno. Los más antiguos surgieron como apodos que luego, que en determinadas situaciones, pasaron a denominar una rama familiar a la par de la aparición de esta modalidad. Acorde con la evolución de intereses económicos y políticos, las nuevas generaciones fueron incorporando distinciones dentro de la gens a partir de un determinado descendiente que pasaría a diferenciarse de la descendencia sus hermanos.

Las fuente por las que se adoptaban los sobrenombres eran muy variadas y llegaron a serlo por razones honoríficas. Como modelo puede citarse el caso de los Escipiones, rama de la gens Cornelia, dominante en la Roma de los siglos III y II a. C. El sobrenombre Escipión deviene de un Publio Cornelio Escipión del siglo IV a.C., al que le fue dado este sobrenombre por haber servido de scipo —báculo o bastón— a su padre ciego.

El indicado es un caso típico de apodo que fue utilizado también como identificación de una rama en una gens. Pero como también los sobrenombres tuvieron por origen títulos por honores, un Publio Cornelio Escipión, de los muchos que hubo desde aquel que hacía de lazarillo a su padre, fue vencedor de Cartago en la batalla de Zama, en el 202 a.C., dando fin a la segunda guerra púnica. Por vencedor de la potencia en la costa africana fue apodado por decreto senatorial como “El Africano”. Hubo otros por títulos como Cayo Pompeyo “Magno” (El Grande) ganado por múltiples triunfos militares. Los de títulos no pasaban a los descendientes.

El agnome es una nominación que surge de una institución que era la adopción política que se efectuaba entre adultos. El trámite requería, por lógica, de un adoptante y un adoptado. Para ejemplificar vayamos a nuestro conocido Publio Cornelio Escipión Africano que adoptó a su sobrino, el joven Lucio Emilio Paulo, hijo de héroe militar y también lo será él, pero como Publio Cornelio Escipión Emiliano, por derecho de usar el nombre gentilicio, o todos, del adoptante y agregar el gentilicio de su familia, Emilio, que será el agnomen.

A título informativo cabe señalar que el destino quiso que este nuevo Escipión adoptado, también fuera vencedor de Cartago en la tercera y última guerra púnica en 146, arrasando la ciudad, contra su voluntad, por imposición del senado romano. Por su triunfo recibió el apodo de Africano menor. Años después, obtuvo otro apodo, el de Numantino, por su acción de arrasar, sin imposición del senado, a la hispánica Numancia en 133 a.C., después que los sitiados prefirieron morir a entregarse, según quiere más la leyenda que la historia. .

Hay otro caso de adopción que tuvo trascendencia política fundamental en la historia de Roma. Fue el padrinazgo de Cayo Julio César sobre su sobrino nieto Cayo Octavio Turino que adoptó el nombre de Cayo Julio César Octaviano, que luego será el primer emperador conocido por la dignidad imperial de Augusto.

El nombre de las mujeres se encuadra en la situación de las mismas en la sociedad romana, aún cuando con más libertades que las griegas. Pero de todos modos estaban supeditadas primero a la potestad de los padres y luego a la de los maridos. Las mujeres no usaban prenombre, se las llamaba por el nombre de la familia gentilicia. En caso de dos hermanas se diferenciaban por mayor o menor. Si había más, se le asignaba un sobrenombre ordinal.

La hermana de Lucio Emilio Paulo, padre del joven adoptado Escipión Emiliano, era Emilia, casada con Publio Cornelio Escipión el Africano. La hija de éstos será Cornelia. Se casó con Tiberio Sempronio Graco, del que enviudó y se distinguió por la formación de sus hijos, los tribunos de la reforma agraria conocidos como los “Gracos” Tiberio y Cayo que fueron asesinados. Una hermana de éstos, Sempronia, fue esposa de Escipión Emiliano.

Ya en el imperio fueron apareciendo sobrenombres femeninos referidos al linaje con la particularidad de la terminación en “illa” Un caso de valorización del linaje de la mujer fue el de la segunda esposa de Augusto, descendiente de la aristócrata familia Livio, mantuvo también el sobrenombre Druso de sus ascendientes. Esta mujer fue Livia Drusilla, madre de Tiberio, hijo de un matrimonio anterior, que fue sucesor de Augusto.

Fin
Bibliografía:
Barrow, R. H.”Los Romanos” México, F.C.E., 1949.
Declareuil, J. “Roma y la organización del derecho” México, UTEHA, 1958.
Enciclopedia Universal Ilustrada – Europeo Americana. Madrid, Espasa Calpe, 1921.
Kovaliov, S. I. “Historia de Roma” Tomo I. Bs.As., Futura, 1959.
Martino, Adriana. “Patricios y Plebeyos”
Muñoz Molina, Teodosio. “El enigma de los nombres y apellidos” Bs.As., Lidiun, 1996.

Friday, September 22, 2006

Precursores de la literatura Latina.

Precursores de la literatura latina.
(Siglos III y II antes de Cristo.)
Por
Ernesto Del Gesso

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Indice de contenidos.



Introducción.

Primera parte.

Las huellas de la etapa arcaica.

1 - Marco histórico.
2 - Nivel Cultural.
3 – El latín.
4 – Huellas de prosa y verso.
5 – Revaloración de literatura arcaica.

Segunda parte.

Los precursores.

6 — Marco histórico.
7 — Literatura y helenismo.
8 — Precursores en comedias y tragedias.
—Lucio Livio Andrónico. Cneo Nevio.
Quinto Ennio. Marco Pacuvio. Celio Estacio.
Publio Terencio Afro. Lucio Lanuvino.
Licinio Tégula. Atilio. Quinto Traba.
Lucio Accio.
9 — Otros géneros y sus autores.
—La togata tabernaria.
- Lucio Afranio. Quincio Atta. Titinio
—La sátira: Cayo Lucilio:
—La prosa: De agri cultura.
—Marco Porcio Catón el Censor.
10 — La prosa: Otros géneros y prosistas.
—Anales. Piezas oratorias. Biografías.
Jurisprudencia. Gramática y Crítica
literaria. Escritos oficiales.
11 — Epílogo.
12 — Bibliografía.






Introducción.



El presente manual tiene por objetivo principal, recordar a los autores que con sus obras elaboradas a la par de las guerras durante los siglos III y II antes de Cristo, lograron la conformación de una literatura grecolatina. Literatura que luego de pasar por la consustancian con la griega, tomada como modelo, y sin mucha, pero suficiente adecuación a la idiosincrasia romana, permitieron que en el siglo siguiente la comedia y la tragedia teatral, como también la épica poética y en prosa, se superen y alcancen el grado de siglo de oro de la literatura latina. Es significativo el hecho que aquellas obras creadas al compás de las batallas con las cuales Roma se transformaría en imperio, llegaran en los mismos tiempos de la época imperial a la plenitud de su esplendor. Cuánto valor tuvieron aquellas rústicas composiciones, tan maltratadas por Horacio, si comparamos las condiciones de las épocas que fueron producidas con las áulicas de su implacable crítico. Sin ser muchos los que se pueden ubicar, el objetivo incluye rescatar algunos precursores, que sus nombres y obras aparecen como menores y algunos son citados en unos u otros libros de historia literaria, nunca en todos y en muchos casos solo mencionada la existencia de otros autores. Otro objetivo es dar un sucinto bosquejo del marco histórico de los diferentes momentos en que van apareciendo las obras, que en gran medida responden a los acontecimientos tanto de política exterior como interior. La historia literaria romana tiene en el mencionado S. III una época evidente de partida, muy lejos de la ab urbe condita o los primeros tiempos de la historia de Roma, porque por varios siglos después de Rómulo, las manifestaciones literarias que pudieron haber habido han quedado en el anonimato y recién en el siglo V hay una referencia —que será de gran importancia— y otra, también significativa, en el siglo siguiente. Pero aquel oscuro período ha dejado otras huellas —aparte de las citadas— que afloran su conocimiento en épocas más recientes que no se pueden desechar porque forman un verdadero bagaje arcaico de incipiente formas de rústicos versos o simple ritmo o cadencia. A este bagaje arcaico lo presentaremos como contenido de una primera parte de nuestro trabajo con la denominación de “Las huellas de la etapa arcaica” porque el carácter de arcaico responde más a este período que al próximo que le es asignado por muchos autores. Obviamente una primera parte exige otra u otras, que en nuestro caso será sólo una segunda. Su contenido será el objetivo principal del manual que titulamos “Los precursores”. En cuanto a la datación de estos siglos antes de Cristo, debido a que el límite temporal del trabajo no excede la era anterior a la cristiana, salvo las primeras menciones de fechas en el texto a modo de pauta y las del siglo I para evitar dudas, será innecesaria el agregado de la clásica abreviatura a. de C.
Por último, agregamos que el libro está dirigido a un amplio espectro de lectores que pueden componerlo: aquellos que nunca han incursionado en la temática de la literatura clásica grecolatina; los que lo han hecho sólo con los autores y obras de los clásicos propiamente dicho; los estudiantes de letras como manual de información; los docentes para recomendarlo o negarlo y los especialistas y estudiosos del tema de los que esperamos recibir sus críticas.






Primer parte.
Las huellas de la etapa arcaica



El marco histórico y dentro de éste el nivel cultural que pasamos a bosquejar, fundamentará el escaso producto literario que expondremos de esta etapa arcaica y además, nos revelará la relación entre la faz exterior de Roma con el enfrentamiento interior de intereses entre los patricios y plebeyos a partir de la instalación de la república después de la expulsión del último rey etrusco.

1 — Marco histórico.

El último rey etrusco expulsado en el 509 a. de C. fue Tarquino el Soberbio. Pero la guerra con los etruscos después de la expulsión, recién concluirá por el 395 a. de C. o sea que abarcó todo el siglo V. La fecha del 395 corresponde a la toma y destrucción de la ciudad de Veyes junto al Tiber. Con este hecho Roma completó la destrucción de Etruria como nación, por cuanto ésta estaba siendo arrasada desde el norte por los galos que también estuvieron muy cerca de acabar también con Roma, que saqueada, incendiada y reducida al Capitolio, se salvó por el pago de un alto tributo aceptado por Brenno, el jefe galo. Pero la entonces pequeña Roma, no sólo luchaba contra los etruscos y se defendía de los galos por el norte. También ejercía la doble política defensiva y ofensiva defendíendo sus fértiles tierras deseadas por los pueblos montañeses de los Apeninos, los Samnios, que también pretendían la Campania. Este territorio al sur de Roma era su campo de expansión y terminó integrándolo al Lacio. Se deduce que será motivo de las guerras samnitas de la que Roma también será vencedora.
El mapa histórico del entresiglo pagano IV y III presentaba el norte de la actual Italia, en poder de los galos que lo será por un siglo más. Esta región limitada por el semicírculo montañoso de los Alpes fue la llamada Galia Cisalpina. Al sur, a continuación de la Campania y las tierras samnita hacia el este, hasta el Adriático, ahora dominada por Roma, era en esos tiempos mundo griego, donde estaban las ricas y cultas ciudades de la Magna Grecia en buenas relaciones con los romanos. hasta esos momentos.
El trasfondo histórico exterior de estado permanente de guerra, como se ha adelantado, tiene efectos directos en la vida civil y política interior. En estas guerras, los plebeyos, que eran la mano de obra agrícola, actividad propia de todos los pueblos de la tierra en ese estadio de la historia y por un par de milenios más, aparte de ofrendar sus vidas, abandonaban sus tierras, y perdían su fuente de sustento que los llevaba a la miseria y en muchos casos a la esclavitud por deudas. Para hacer valer sus derechos al regreso de una de las guerras a principios del siglo V los soldados se instalaron el Aventino, el monte sacro de la plebe, donde se mantendrían hasta lograr exigencias. Hubo una intervención conciliatoria de un patricio respetado por la plebe, Menenio Agripa, que calmó los ánimos e hizo bajar a los plebes del monte. Fue realmente una huelga que los patricios no tuvieron forma de resolver mas que aceptando las peticiones. Comenzaron con la liberación de esclavos por deudas, devolución de tierras y la representación en el gobierno de los tribunos, defensores del pueblo plebeyo con poder sacrosanto, protegido por los dioses, o sea inviolable y con derecho a veto y luego, ediles y plebiscitos, hasta llegar a la total igualdad civil y política. Intermedio a estos logros fue la formulación de las leyes escritas cuya primera manifestación serán las Leyes de las Doce Tablas.

2 — Nivel cultural.

El sucinto marco histórico externo hasta principios del siglo III, muestra una república triunfadora y en expansión territorial, pero para la investigación literaria fue una época muy oscura. Salvo excepciones de mínimos fragmentos, todo lo que se conoce de ella, será a través de quienes mucho tiempo después, tuvieron oportunidad de conocer algunas de las expresiones literarias o los fragmentos que quedaban, ya de difícil interpretación y no debe descartarse que algunos repitieran todo aquello que se venía repitiendo a través de las clásicas leyendas, salvo la de mayor certeza como el contenido de las desaparecidas tablas de las Leyes de las Doce Tablas. El continuo estado de guerra con sus vecinos territoriales que acabamos de bosquejar, fundamentan en gran parte el porque de ese vacío. Pero además de las guerras, hay otras razones que explican lo inmaduro de aquella literatura que son las del nivel cultural de romana. Basta recordar que el siglo V es el siglo de oro de Grecia, el de Perícles, el de Sócrates y Platón, de Eurípides, Sófocles, Esquilo, Herodoto y Fidias y que además de Atenas en las otras “polis” continentales e insulares, se había alcanzado el refinamiento propio del grado cultural de civilización. Roma, sincrónicamente estaba despegándose de un nivel, que tomando el patrón de Morgan, aquel de salvajismo, barbarie y civilización, todavía cargaba fuertes características del segundo grado cultural. Éste, era también el nivel cultural de sus vecinos con quienes guerreaba, salvo, en algunos aspectos, las ciudades etruscas. Esta cultura, que tenía mucho de griego, fue en un principio aprovechada por los romanos, pero éstos, al absorberlos la modifican y debilitan.

3 — El latín.

La literatura es el arte del dominio del lenguaje que de seguro se practica —sin intención ni idea de hacer literatura— desde los primeros tiempos que el hombre articuló los sonidos emitidos por su capacidad de hablar y los transformó en palabras. Esas palabras en conjunto, conformaron un código de entendimiento en las comunidades humanas que será la lengua o lenguaje de un determinado clan, tribu, pueblo o etnia. Las maneras o formas de expresarse —espontánea o intencionada— que con cierto ritmo o cadencia lleva al canto, o bien los relatos que se repiten y se recordarán oralmente, son los orígenes de una literatura, que cuando aparece la escritura se asentarán para ayudar la memoria y preservar las tradiciones. Si bien literatura viene del latín littera, existió desde mucho antes del invento de las letras.
Roma fue un pueblo que no conservó por escrito recuerdos de sus manifestaciones artísticas orales originarias. Sin embargo, desde épocas muy antiguas utilizó la escritura de su lengua, el latín, para asentar los actos de gobierno políticos y religiosos. Aún cuando se hayan perdido y sólo quedan fragmentos, algunas transcripciones o citas de terceros, el hecho es verosímil y fuente de la historiografía poética y en prosa escrita por los historiadores de los siglos III y II. Tampoco, de estas historias anteriores al siglo I, en realidad una forma de historia, como lo fueron los Annales, han perdurado muchas en comparación con lo escrito, sino fragmentos, libros salteados e incompletos y las clásicas citas de los historiadores posteriores, por ejemplo Tito Livio. Pero estos escritos de las diferentes manifestaciones de su vida interior y exterior, dará surgimiento a toda una literatura, por un lado oficial, política y religiosa a la que seguirá otra privada, religiosa, épica y artística. La primera relacionada con el culto a los muertos, ostensible en los patricios. La épica a través de los anales y la artística muy vinculada a las festividades con la participación de un público de todas las clases sociales.
El hecho de haber sido el latín utilizado primeramente para las comunicaciones oficiales, responde a las características de esta lengua que se identifica plenamente con otros aspectos de la cultura e idiosincrasia del rústico pueblo romano de la Roma antigua. En la comunidad tuvo precisa aplicación en uno de los aportes o legado romano al futuro de la sociedad mundial occidental, el derecho. El proceso de expansión territorial del latín es de trascendencia histórica, porque al penetrar con sus portadores en los territorios de la Italia central, principalmente el latín vulgar, que difería del palaciego que será el literario, se irá nutriendo con vocablos de las lenguas de los pueblos vecinos que eran varias, incluso del celta de los galos y llegó, al entrar en Tarento, hasta adaptar la métrica de su verso nativo saturnio al hexámetro poético griego, pero a la vez, el latín se hacía conocer, escuchar hasta ser hablado. En la península itálica por mucho tiempo los diferentes pueblos siguieron hablando en su idioma nativo, pero el latín se hizo dominante. Cuando llegó a ser el idioma peninsular y el de las elites conquistadoras de otras tierras europeas, pasará a ser madre de las lenguas romances como el italiano, castellano, portugués, francés y otros. También será tomado por la iglesia católica para su liturgia. El latín fue universal en el imperio, se mantuvo en los siglos oscuros de la edad media y fue el aristocrático de la edad moderna, afirma Bignone. Agregamos que hoy, lengua muerta, mantiene la universalidad en la terminología científica y en las aulas de las altas casas de estudio de letras, imprescindible, con el griego, para la etimología. Todo este proceso evolutivo del latín evade en mucho nuestro tema, pero para el mismo es desde ya un fenómeno literario de gran significación porque con esta lengua se elaboró la literatura romana. Por otra parte, como se ha señalado, en el orden interno produjo hechos que hacen a los inicios de manifestaciones literarias, aún cuando no escritas con esa intención. La prosa absorbe la utilidad del latín y será aprovechada, para el derecho, que de consuetudinario pasó a ser escrito en la redacción de las famosas leyes que originalmente, en el año 451, fueron diez y luego en el 449 se agregaron las otras dos. Todas grabadas en placas de bronce y expuestas en el Foro. Este sólo hecho —un hito en la historia universal— por su relación con una forma literaria a la que se le acredita un estilo breve y conciso, y que otros autores señalan como de claridad y precisión, propia del estilo práctico romano, es el primer gran testigo literario de la historia de la lengua romana. Lo es en realidad, porque si bien se conocen unas palabras grabadas en una hebilla de oro y una piedra, posiblemente del siglo VI, esta última con inscripción de caracteres muy arcaicos, que están escritos en renglones alternados de izquierda a derecha y de derecha a izquierda —forma de escritura que se dice es la representación del recorrido del buey arando— sólo se puede presumir que el tema sea religioso porque no se ha podido llegar a comprender el sentido del texto.

4 — Huellas de prosa y versos.

Después del acontecimiento de las leyes escritas, por lo que sabemos de este período, no nos debe extrañar que las próximas menciones sobre temas literarios sean de un siglo después. Se considera que desde el siglo IV los sacerdotes, los pontífices, como parte de sus funciones, comenzaron a elaborar los calendarios señalando los días fastis, días hábiles en los que se podían efectuar todos los actos de la vida pública y nefasti en que estaba prohibida la actividad pública. También estaban a su cargo los Annales maximi. Estos eran los registros, que los sacerdotes, llevaban en tablas enyesadas, llamadas Álbum o blanqueadas que se exhibían en la puerta del Sacro Colegio de los Pontífices o como dicen otros, frente a la Casa del Gran Pontífice. En esas tablas se registraban los hechos ocurridos durante el año, que iban, desde el nombre de los cónsules y demás magistraturas a todo acontecimiento de importancia civil, política o religiosa. Fecunda fuente sobre la que trabajaron los analistas antiguos. Pero debe lamentarse que una compilación atribuida al pontífice Publio Muscio Scévola por el 130 o 123 de unos 80 libros se perdió en un incendio Pueden considerarse a estos registros como los primeros libros de Roma.
Aparte del calendario y los Annales oficiales, en el 364 es muy difundida por la historiografía literaria la contratación oficial de artistas etruscos que efectuaron espectáculos con fines expiatorios con motivo de una peste que asolaba a Roma. Estas representaciones que eran danzantes, los bailarines las realizaban al son de la flauta. Versiones más o menos coincidentes señalan que a este modelo se le agregaron palabras y mimos que con el tiempo se transformaron en representaciones teatrales de jóvenes romanos con cantos de poesías, música y danzas que por su mezcla de composiciones se les llamó satura palabra que tenía significación de mezcla. Para algunos autores, la satura, cuyas poesías eran muy soases, eran semejantes a las representaciones con poesía fescenina, nombre que deviene de una ciudad etrusca donde florecieron estos versos recitados en comedias. El acontecimiento y su proyección nos está informando de la existencia de actores, que además significa, que aparte de las creaciones de su propia inventiva, no debe descartarse la existencia de otros agentes que les preparaban oralmente los contenidos que se recitaban en escena. Unos u otros, ya hacían literatura, e incluso podrían haber escrito obras.
Sin fecha de origen, la forma poética más antigua que se conoce por intermedio de los autores posteriores es la llamada Carmina, o Carmen, un tipo de poesía o forma rítmica utilizada en plegarias religiosas del tradicional y tan respetado culto a los muertos y también en toda manifestación solemne incluidas las bélicas. De esta última clase es La Carmina salaria o Canto de los sarios que eran himnos cantados por los sacerdotes del culto a Marte, Hércules y otras divinidades que eran doce. Estos sacerdotes custodiaban los doce escudos sagrados (Uno caído del cielo, según la tradición.) y tenían sus templos en el Capitolio y el Quirenal. Realizaban una procesión en los meses de marzo de cada año cantando y danzando a la par del golpeteo de los escudos. El Canto de los Arvales, eran las cantadas por una hermandad rural de ese nombre a una divinidad campestre —Dea Día— para la obtención de buenas cosechas. Las fiestas eran anuales en el mes de mayo durante tres días en las que los versos, al son de música y bailes, se repetían tres veces cada uno. Carminas Nenias, eran las cantadas en los entierros con música de flautas. Además, aparte de los cantos en el entierro, en el Foro se hacían laudaciones fúnebres y en fiestas y banquetes se cantaban los llamados Cantos conviviales ofrendados a los héroes y los antepasados que no eran más que alabanzas, que aparte del escaso valor literario tampoco lo tenían para la historia porque el fin era prestigiar a la gens, con abundancia de exageraciones, problema señalado por Cicerón en Brutus “están escritas mil cosas que nunca fueron”. Deben incluirse como carminas las inscripciones versificadas en los epitafios de las tumbas de los antepasados gloriosos de las diferentes gens de la que se suele citar una de la familia de los Escipiones. Las carminas tuvieron mucha vigencia, siendo famosa el Carmen Secular de Horacio por los juegos seculares del año 17 a. de C. hecha a pedido oficial por que se trataba de un intento de reactivar estas fiestas que habían caído en el olvido. Fuera de nuestro tema señalamos que versos este género o estilo también las habrá dedicadas al Cid Campeador y Petrarca y Boccaccio escribirán las suyas.
En el ámbito popular abundaban los cantos muy groseros y lascivos, propios de los ambientes rústicos rural y urbano y de la soldadesca que eran comunes en los de carmina triunphalias que eran de tal calibre que fueron prohibidos. También Virgilio en el libro II de las Geórgicas los critica señalando que los campesinos “... se divierten con versos desaliñados y burlas licenciosas; se ponen máscaras horribles...” es el caso de la llamada poesía fescenina, que conocemos. A pesar de la prohibición mantuvieron vigencia en fiestas privadas y bodas. Las Atelanas, eran farsas cómicas que tuvieron su origen en el pueblo osco que habitaba en tierras de la Campania, cuyo nombre deriva de Atela, una de sus ciudades. El osco como lengua, de gran extensión itálica, tuvo mucha duración antes de ser absorbido por el latín. En Roma, aún cuando se cita como introducidas a fines del siglo III las atelanas eran conocidas desde épocas muy antiguas y tenían la característica de que, a partir del tema o argumento, los cantos eran improvisados, cuyos dichos no se diferenciaban mucho del nivel de las fesceninas. Aparte del nivel de las mismas, Cicerón, en Brutus confirma la antigüedad de versos haciendo referencia a los que en otros tiempos cantaban los faunos y sacerdotes, cuando nadie había superado los escollos de las musas ni era estudiado el ritmo, y lo que había escrito Catón en sus Orígenes. En la segunda parte se ampliará sobre estos autores y sus obras.

5 — Revaloración de la literatura arcaica.

Aquellas escasas evidencias no dejaban de ser huellas de una literatura arcaica oral y en parte escrita, que demostraban que había existido pero estaba perdida, ignorada u olvidada, pero que en determinados momentos se pensó en la importancia de la misma y afloraron como la esencia de la poesía nacional romana.. La idea pegó en los intelectuales romanos del siglo I a. de C. Marco Tulio Cicerón (106+43 a. de C.) en Brutus, libro que venimos y seguiremos mencionando por ser fuente importante para nuestro tema, se preguntaba, que había sido de las antiguas poesías “¿Donde están nuestros antiguos versos?” De todos modos, principalmente con Horacio, no faltarán críticas por lo grosero y falencias en la composición de los versos, que si bien se refiere a composiciones escritas más recientes que las arcaicas, sirve para descontar que nacieron mucho antes en forma oral y con mucho de improvisación y espontaneidad. .
En épocas modernas el tema de la revalorización de aquella muy antigua poesía romana reaparece en las Animadversiones historicae de Perizonius en 1685, seudónimo del escritor holandés Jacobo Voorbroek (1651+1715) que consideraba de importancia aquella lejana épica. También a principios del siglo XIX, el erudito e historiador alemán Bertoldo Jorge Niebuhr (1776+1831) autor, entre otras obras, de una Historia de Roma en 1811, fundamentándose en sus estudios filológicos, consideró que las leyendas incluidas en las historias de Tito Livio eran de un valor extraordinario creativo e inigualables con las siguientes de Roma. Thomas Babington, conocido por su título de barón de Macaulay (1800+1859) que a más de ser famoso en el ámbito de la literatura política, también fue historiador, autor de “Historia de Inglaterra” escribió, poéticamente, Cantos populares de la antigua Roma o Baladas de la antigua Roma como La profecía de Capys en la que el ciego vidente le predice a Rómulo la futura grandeza de Roma. El siglo XIX no podía dejar pasar el extremo planteamiento de Niebuhr y lo de Macaulay sin debatirlo en los círculos académicos de historia y literatura. Pero este siglo fue romántico pero también positivista y aquella preeminencia de las antiguas poesías sustentada por Niebuhr, quedaron rebatidas. Pocos años después se profundizaron estudios que relacionan aquellas originales leyendas con similares griegas y algunas ya helénicas. Pero estas críticas son sobre la originalidad y calidad de aquellas poesías, pero no sobre su existencia, en cuyos contenidos o motivos radica su importancia porque trasmiten la esencia de los motivos que plasmarán la literatura latina. Siendo la motivación principal el hombre, su supervivencia a través del culto a los muertos, que no es más que una manifestación del sentido religioso que los romanos asignan a su vida, la de la comunidad y la patria romana emparentada a los dioses, opinan otros autores.



Segunda parte.
Los precursores.



Lo expuesto en la primera parte es lo conocido o que se presume conocer del bagaje anterior al siglo III de acuerdo con lo señalado en la introducción. A partir de este siglo se inicia la etapa de los precursores que comenzará con el marco histórico para continuar con las manifestaciones literarias y helenística que caracterizan al período.

6 — Marco histórico.

Las buenas relaciones de Roma con la Magna Grecia que se señalaron al final del marco histórico anterior, pronto cambiaron con la cercana vecindad. La causa principal fue la actitud romana a hacer sentir su presencia e intervenir en toda clase de conflictos, incluso internos, de los pueblos vecinos, en este caso de los griegos. Una de estas intervenciones y una equivocada reacción, por lo exagerado, con ataque a barcos romanos por parte de la ciudad de Tarento, con la consiguiente reacción romana, atemorizó a esta ciudad que pidió ayuda a Pirro, rey de Epiro, territorio griego frente al golfo itálico del mismo nombre que la ciudad. En esta guerra que tuvo su desarrollo a principios del S. III en la década del 280 al 270 tendrá origen el dicho “triunfo a lo Pirro” por los costos de los mismos que lo obligó a ofrecer un tratado de paz, que fue rechazado por los romanos. El rechazo determinó que el griego se retirara a su país dejando el campo libre para la penetración romana, que capitalizó, no sólo la unificación peninsular y el comercio, sino también, la cultura helénica, imperante en la región, que incluso abarcó a los dioses. Esta guerra tendrá relación con la historia de la literatura según veremos más adelante.
Roma tuvo en esta guerra una aliada, Cartago, asentada en tierras africanas que dominaba Sicilia y competía con los griegos en el comercio marítimo del mediterráneo, en el que ahora intervendría Roma. Pronto apareció el motivo para la guerra con Cartago que sería la primera de las guerras púnicas, nombre que viene de poeni, fenicio, como llamaban los romanos a los cartagineses por su origen, entre los años 264 a 241 y le permitieron a Roma el dominio de Sicilia y las islas del Tirreno. En ese mismo tiempo también conquistó el norte de la península, la Galia Cisalpina en la que estaban asentados los galos. Estos hechos demuestran la capacidad guerrera de Roma al mantener y saliar victoriosa en dos frentes extremos, uno al norte y otro al sur y marítimo. Los cartagineses, por su parte compensan la pérdida de Sicilia posesionándose en la península Ibérica. Amilcar, Asdrubal y Aníbal la recorren y toman una ciudad romana, Sagunto. Motivo de la segunda guerra púnica (218/201) veinte años después de la primera. Esta es la que Aníbal cruzó los Alpes y tras varias victorias estuvo frente a Roma, pero Escipión, el futuro Africano, cruzó el mar y atacó a Cartago dejándolo sin apoyo. Cartago debió pedir la paz a un costo muy alto. Entre esta guerra y la tercera, Roma actuó en zonas al oriente de su península con Macedonia la que tuvo varias reacciones y al final arrastró a Grecia a su condición de provincia romana. Con diferentes alternativas también dominó a Siria. Tras la tercera guerra púnica (149/146) en la que Cartago será destruida por la presión de Catón, el Censor, a la que temía por su potencial económico, Roma ingresó y dominó la península Ibérica.
En su política interna el poder en Roma está dominado por los Escipiones, familia de la gens Cornelia de la que algunos quedaron en los campos de batalla pero otros fueron vencedores de las dos últimas guerras púnicas. Uno de estos Escipiones es el vencedor de Cartago en la segunda guerra púnica y será llamado el Africano. Otro, Escipión, éste por adopción, Escipión Emiliano, será el vencedor y destructor de la ciudad en la tercera y última. Será llamado el Africano menor y también el Numantino por ser, años después, el destructor de Numancia. El poder de los Escipiones se manifestó no sólo en la política sino también en el desarrollo cultural. El llamado círculo de los Escipiones, liderado por Escipión Emiliano y su amigo Cayo Lelio, “el Sabio” acoge y reúne a la intelectualidad del momento entre los que se cuentan los griegos Polibio, el historiador y el filósofo estoico Panecio en la que, lógicamente estarán presentes los literatos, que veremos en los párrafos literarios.
Pero al margen que los dominantes del poder sea tal o cual familia, la realidad era que el poder de decidir las políticas y el poder económico estaba en manos de patricios y plebeyos ricos que conformaban una especie de nobleza política y una nueva casta súper enriquecida con la guerra llamada de los caballeros. Estos dos grupos eran una ínfima minoría ante los plebeyos pobres que además abarcaba a todos los itálicos conquistados, muchos de ellos en situación de esclavos por ser prisioneros de guerra, a los que se sumaba la gran masa traída de las guerras alrededor del mediterráneo. Todo esto originaba tensión de los itálicos contra la Roma metropolitana y peligro de la masa de esclavos que podría contar con el apoyo de los plebeyos pobres. Las dos situaciones explotaron. Los itálicos obtuvieron un seudo beneficio al concedérseles la ciudadanía, que estaba restringida a los romanos del Lacio. De esclavos hubo tres rebeliones pero fueron a los inicios del siglo I, con el resultado de haber sido una acción desesperada por conseguir la libertad simbolizada en la historiografía con el líder del último levantamiento, Espartaco en el 73. Pero la situación de pobreza de la plebe romana tuvo en nuestra época un intento de solución. Sus gestores fueron Tiberio Sempronio Graco y su hermano menor Cayo. Tibero presentó en el 133 la ley de reparto de tierras del Ager Público, que estaban ocupadas o explotadas por los nobles con lo cual la oposición a la ley terminó con su asesinato. Diez años después la gestión de Cayo terminó en suicidio para no caer en manos de sus enemigos. Después vendrán las guerras civiles del sangriento siglo I, pero también del sabio Cicerón, el dictador César y del emperador Augusto.

7 — Literatura y helenismo.

El anonimato de la etapa previa concluye con el nombre de Apio Claudio que se inscribirá cronológicamente a fines del siglo IV y principios del III para dar inicio a la etapa literaria y además, a la tendencia helenizante. Compuso este patricio un tratado jurídico en prosa y de su incursión en la poesía sólo hay escasos fragmentos de sus versos volcados en su obra las Sententiae, libro de máximas éticas del tipo de las didácticas. También produjo cambios de caracteres para mejor adaptación del alfabeto a la fonética latina. Por ejemplo la eliminación de la “s” entre dos vocales por la “r”. Los dioses del hogar, Lases, pasaron a ser “Lares”. Con él se da aquella relación señalada del resultado de la guerra con Pirro y la literatura. Porque Apio Claudio, apodado el Censor, el Ciego o Cecus, que fue dos veces cónsul y constructor del primer acueducto de Roma y de la vía Apia, demostró su fervor patriótico ya siendo viejo y ciego. En esta condición, se hizo llevar al senado, donde, con su solemne y convincente oratoria hizo revertir, la decisión senatorial de aceptar una paz propuesta por Pirro que no reflejaba la real situación de la guerra. El triunfo y la entrada romana en la Magna Grecia a través de Tarento, posibilitaron el conocimiento más directo del mundo griego al que Roma se lanzó y abrazó, de la que este Apio Claudio (nombre que se repite desde siglos atrás por ser de una de las estirpes de los orígenes romanos, aún cuando llegó escapado de la Sabina en épocas de las guerras con este pueblo.) será uno de los primeros que impulsaron lo que se llamará la tendencia helenística. Porque no sólo se tratará del contacto definitivo y la penetración en territorio helenístico, sino la de absorber el helenismo, el flujo cultural griego, al que literariamente universalizará, porque con su sentido práctico y sentimiento nacional conformará toda una literatura grecolatina que en cierto aspecto, como señala Martín Alonso, la romana o latina es una prolongación de la griega. Este patricio no sólo será el primero en legar su nombre a un asomo de literatura sino el más conocido de los iniciadores del que llegará a ser un cenáculo helenista. La cultura griega será estudiada y hablado su idioma en poco tiempo por la mayor parte de la dirigencia de Roma, de tal manera que despertará la preocupación y crítica de los celosos tradicionalistas como Catón. Al muy romano e incipiente literato y belenista pronto le seguirán otros, pero con la característica, en los más inmediatos, que no serán romanos de nacimiento, claro ejemplo de la carencia cultural literaria de Roma en esta época.

8 — Precursores en comedias y tragedias.

Para el mundo occidental la comedia tiene su origen en Grecia (También las hubo en épocas muy antiguas en China e India) y será muy aprovechada por los romanos para sus primeras manifestaciones literarias de carácter artístico. En sentido amplio la comedia comprende a toda representación tanto alegre como dramática. Pero la idea de comedia que se impuso, es la de representación de cosas agradables, divertidas y de final feliz ya sean sus piezas de intrigas, costumbres o caracteres personales. La comedia romana imitó a la comedia griega posterior a la de Aristófanes, llamada nueva que se impuso en Grecia a fines del S. IV y los representantes que más sirvieron de modelo a los comediantes romanos fueron Meandro, Filemón y Dífilo. La comedia romana también pasó por varios momentos o diversos estilos que van desde las muy fuertes en contenidos soases como las saturas, fesceninas y atalanas, las que algunos califican de burdas pero que fueron las representadas en los primeros tiempos hasta la suplantación, por parte de Livio Andrónico, de las imitadas a los griegos. Estas comedias de temática griega eran llamadas palliatae por el pallium manto propio de los griegos que usaban los actores y también crepidae, de krepis, un tipo de calzado de los actores. Pero más adelante hubo comedias de asuntos romanos llamada comedia togata por la toga, capa de los magistrados romanos con la que los actores simbolizaban el carácter latino de la pieza.
El teatro en los que se representaban las comedias alegres o tragedias aprovechaba una falda del terreno a cuyo pie estaba el escenario con un espacio al frente y cerca para magistrados y a continuación en la gradería el público en general pero manteniendo el orden social de hecho o por naturaleza, ya que los espectáculos se ofrecían en las continuas fiestas y eran gratuitos al ser organizados y costeados por el estado. Primero fueron relatadas por el cantor acompañado de flautistas y el actor hacía mímica. Luego el relator pasó a ser el actor que abría con un prólogo de presentación sin música y luego comenzaba el texto de la pieza que era un diálogo cantado o recitado por los personajes. Éstos se diferenciaban por los colores de trajes y pelucas (Las máscaras son posteriores) y los papeles femeninos lo hacían hombres con las manos pintadas de blanco.
Las comedias de temas dramáticos tomaron un campo o género propio con el nombre de tragedia. La tragedia es una representación seria con personajes ilustres de acciones extraordinarias y diálogo grandilocuente que debe impactar al público para crearle sentimiento de miedo o compasión, con desenlace funesto o trágico. A las representaciones de asuntos griegos se les llamaba fabula cotthurnata por el calzado coturno, de altas suelas que elevaban al actor según la importancia en la obra que era característico de los actores griegos los romanos también imitaron. El modelo principal de los romanos fue el comediógrafo griego Eurípides. A las de argumento romano se les llamaba fabula praetexta por el atuendo de los senadores romanos que vestían los actores.

Lucio Livio Andrónico fue tomado prisionero en Tarento y quedó asignado como esclavo de Marco Livio Salinator del que fue educador de sus hijos y los de otras familias. De su estado de esclavo fue liberado y pasó al de liberto con el nombre gentilicio de quien fuera su dueño. A este autor se le otorga el mérito de ser el iniciador de la tendencia helenista en el teatro. Sus representaciones se conocen por medio de Cicerón en Cato Maior siendo las primeras una comedia y una tragedia estrenadas en el año 240. En sus funciones de maestro enseñaba griego pero al no contar con libros suficientes para el latín tradujo la Odisea. Obra de la que quedan cierta cantidad de versos y fragmentos que eran saturnios, la métrica romana. En este trabajo —menos feliz que en los otros géneros— su problema fue trasladar la musicalidad del hexámetro homérico a la rústica versificación del saturnio para adaptarla al oído romano, que según un autor no fue sólo para sus discípulos, sino también para romanos incultos. El verso saturnio era de uso antiguo en los pueblos itálicos y de posible origen etrusco. Era muy libre, monótono y chocante basado en una sucesión de sílabas tónicas y átonas. A pesar de las críticas, su Odisea mantuvo vigencia hasta tiempos de Augusto. No dejaba de ser una obra de interés para los romanos debido a que la Odisea, acerca el retorno de Ulises a la vivida por Eneas en su viaje al Lacio donde asentó la estirpe troyana de Roma.
Sus obras y representaciones fueron de tragedias, comedias y líricas. Los temas de las tragedias eran troyanos, conocidas por pocos fragmentos y títulos que indican su temática principal, muy apreciada por los romanos, como Aegistus, tragedia sobre el asesinato de Agamenón por Clitemnestra; Aquiles, Ayax, El caballo de Troya, Equus troianus. Las comedias, fueron palliatas en las que en algunas vestía el palliun y actuaba. Ya sus obras diferían de del tipo de Aristófanes que se referían a la política. La nueva tendencia apuntaba a los vicios de la vida privada. De los fragmentos de una de ellas, la única de la que se tiene veracidad de su autoría, El espadín, Gladiolus, se aprecia la figura de un soldado que fanfarroneaba con sus matanzas de supuestos enemigos, del que alguien se burla preguntando si se trababa de piojos, pulgas o chinches.
Del género lírico se le considera uno de sus iniciadores en Roma y gracias a su oportuna aportación a este género, y por la importancia que le empezó a dar a la actividad de poetas y escritores, todos los dedicados a esta actividad fueron premiados en Roma con una sede en el templo de Minerva sobre el Aventino para sus actos religiosos. De todos modos, tal profesión, en aquella época no era para nada noble para el sector de la sociedad aristócrata. La razón del premio se debió a que Andrónico fue autor de una pieza lírica dedicada a los dioses para ganarse la gracia de estos, que se cantó y celebró, al estilo y solemnidad griega. El motivo de la ofrenda era contar con el apoyo de las divinidades ante el peligro que significaba para el futuro de Roma, durante la segunda guerra púnica, el cruce de los Alpes por Asdrúbal en el 207 en apoyo de su hermano Aníbal. La ofrenda tuvo su efecto favorable. Los correos cartagineses cayeron en manos de los romanos. El conocer los movimientos de los cartagineses permitió la estrategia de unir los ejércitos de los cónsules Claudio Nerón y nuestro conocido Marco Livio Salinator y atacar por separado al de Asdrúbal al que vencieron, que significaba además, la impotencia de Aníbal y la salvación de la caída de Roma. Luego de esto, se comprende la significación de aquellos himnos a los dioses y el premio, aún cuando un autor, señala que Livio Andrónico consideró horrible a ese himno. Cicerón también. El poeta murió entre el 207 y el 204 a. de C..

Cneo Nevio nació en la latina Campania en el 265 o el 270 y su origen social era plebeyo. Será el segundo poeta de Roma y para algunos autores también el primer historiador por lo menos en forma poética. En él se evidencia una evolución literaria en las comedias y tragedias por cierta originalidad e innovaciones a pesar de la imitación del género griego y estar escritos en esa lengua.
De Nevio se conocen unos treinta títulos de comedias y de algunos de los fragmentos puede apreciarse la gracia que se volcaba en ellas. Una, La joven de Tarento o Tarentilla, ofrece un aire que hoy llamaríamos picaresco: /...Guiña a uno mientras pone ojos tiernos a otro; .../ y mientras canta junto a uno, con otro habla por señas./. Pero una característica de la comedia de Nevio, por lo menos en algunas, era la de mantener el estilo Aristofánico, cuyo blanco era la política y los políticos, cuyo efecto le fue muy duro según veremos. Hay autores que le acreditan el inicio de la unión de textos de dos comedias en el desarrollo de una, forma que se llamó contaminatio.
En la tragedia abarca dos temáticas, una ya clásica desarrollada por su antecesor Andrónico, las de argumentos troyanos, con la particularidad que en una de ellas Lucurgus, un fragmento haga referencia a las Bacantes, de las que Eurípides tiene una famosa tragedia. (Las sacerdotisas del culto dionisíaco, bailaban en las Bacanales, las fiestas en honor al dios que en Roma llamaron Baco, fiestas que fueron prohibidas por el senado en el 186 a. de C.) En la otra temática fue el innovador de la fabula praetexta creando el nuevo género trágico al alterar el sustento mítico de la tragedia griega por la motivación de hechos históricos propios que los romanos valoraban con fervor, género que, como sabemos, tomará la denominación, por vestir los actores la toga praetexta, atuendo clásico de los senadores romanos que evidencia el simbolismo y el significativo aporte de Nevio a la poesía latina. Una obra de este estilo fue dedicada a la leyenda de Rómulo. Pero la de mayor trascendencia fue Clastidium, nombre del lugar de una batalla ganada contra los galos, que se recitó en los funerales de Marco Claudio Marcelo en el 208 recordando aquel triunfo del difunto en el 222. Sin embargo este estilo tuvo menos continuidad que las de temática griega.
Fue legionario en la primera guerra púnica y esta experiencia la llevó a la poesía en La guerra púnica. En esta obra, los dos primeros libros son una mítica y épica evocación de los orígenes de Roma que muchos autores consideran antecedente de la Eneida y después aparece el relato la guerra. Es un poema épico escrito en lengua latina utilizando los antiguos versos saturnios de la poesía popular. En la obra se destaca el estilo escueto, propio del saturnio romano, pero claro y terminante.
Los últimos tiempos de su vida están relacionados con aquel efecto que señalamos produjeron sus dardos a la política y políticos que lo hicieron caer en desgracia con el patriciado. Mientras su pluma mencionaba con soltura la libertad y la sobreponía sobre la riqueza, el tema era inocuo para la aristocracia, pero un ataque directo a un grupo del patriciado, los Metelos, rama de los Escipiones, lo llevó a la cárcel, logrando su libertad por intervención de los tribunos de la plebe, pero luego desterrado a Útica, ciudad de África cercana a Cartago donde murió en el 202 a. de C.

Quinto Ennio (239+169) Nació en Rudiae, villa de la sureña región de Calabria, que implicaba conocer la rústica cultura osca, la fina helenística y la nueva latina. Tres culturas superpuestas, significaban también tres lenguas que la fuerza de los hechos impuso la latina en la que plasmó su arte literario extendido a la historia en sus Annales. Era un soldado de legiones romanas que luchaban en Cerdeña con inclinaciones poéticas que evidenciaban calidad en ese arte de manera tal que llegó a ser conocido por Catón el Censor, que en el 204 lo llevó a Roma. Allí vivió el clima helenístico, y a la tan favorable circunstancia de ser llevado a Roma por un prestigioso hombre del momento, como lo era Catón, que renegaba del helenismo, se sumó la protección de Escipión el Africano que contrariamente fomentaba la tendencia. Acompañó a Tito Quinto Flaminio, el vencedor de Filipo V de Macedonia en Cinocésfalos en el 197 y a la fundación de colonias, viaje en el que obtuvo la ciudadanía romana. Además, ganó la amistad de Marco Fulvio Nobilor a quien acompañó a la Etolia donde resistían los aliados del derrotado rey Filipo V y fue testigo de triunfos del jefe Romano a las órdenes de los hermanos Lucio Escipión y el Africano en la batalla de Ambracia en el 189.
En algunas de sus obras se reflejan los agradecimientos como Scipio para Escipión. (Scipio es báculo, cayado o bastón, función que cumplió un antiguo Publio Cornelio con su padre ciego, de donde proviene el cognomen de Escipión) Hay otros agradecimientos en unas sátiras y epigramas referentes al dolor del primer Africano, retirado a Campania para no ser enterrado en Roma, por las acusaciones de apropiación de beneficios a su hermano Lucio en las guerras con Antioco III. En realidad eran contra él y su clan, por parte de grupos nobles conservadores encabezados por Catón, debido al poder que alcanzaron los Escipiones y su política, digamos más “democrática” y helenista, de la que esta última Catón, como adelantamos, miraba con desconfianza y criticaba la tendencia que se había generalizado. En los Annales, se refleja el agradecimiento a Flaminio “... Soy romano yo, que antes fui rudino...” y en Ambracia, estará presente Nobilor. Algunos autaores acreditan a Flaminio haberle otorgado la ciudadanía, pero Cicerón señala al hijo de Marco, Quinto Nobilor haberle hecho otorgar la ciudadanía. Esta tragedia como Las Sabinas son de estilo romano praetextae muy celebrada, pero las favoritas de la clase culta romana fueron las de estilo y tema griego. Este público que reunía Ennio era la respuesta del alto nivel de amistadas que logró cosechar. El modelo de las tragedias griegas, fabula cotthurnata, es Eurípides (480+406.) que no son mucho más que traducciones y de los fragmentos que se conservan están presentes los clásicos títulos del griego, Hécuba, Ifigenia, Medea, Alexander, etc. Probablemente en algunas sean de Esquilo (525+456.) posiblemente, El rescate de Héctor, Euménides y Nemea.
A Ennio se le atribuye ser el iniciador de la sátira en forma de satura, pero no como aquellas arcaicas composiciones de poesía, música y danza, sino por la mezcla actual que Ennio hacía de prosa y verso. En realidad, recién con Cayo Lucilio será sátira propiamente dicha según veremos, la que llegará a la perfección en el Siglo I d. de C. con Aulo Persio y luego, en más alto grado, con Décimo Junio Juvenal (60?+140 d. de C.) También en comedias poetizó a la gastronomía copiando el Libro de los golosos o de la buena mesa de Arquestrato, residente en Gela, colonia griega de Rodas, asentada en Sicilia.
Ennio escribió varias obras menores donde penetraba en temas filosóficos como Epicharmus, referente al origen de las cosas, ideas del filósofo naturalistas griego Epicarmo del S. V y Evémero, obra en la que reproduce la interpretación de este filósofo griego del S. IV sobre los dioses a los que considera originalmente humanos, divinizados por la admiración de los pueblos y otro sobre iniciación en la filosofía. Por estas incursiones hay autores que lo consideran un lejano embrión, todavía literario, de la filosofía romana.
Si bien Ennio pasó a la posteridad por toda su obra, de ésta, serán los Annales recordados como Romaida los que ocupan un lugar tan destacable, que hasta conocerse la Eneida de Virgilio, fue considerada como la epopeya nacional. Esta obra épica, que su estricta cronología le restaba calidad artística, es la gesta del pueblo romano en poesía, pero lo nuevo es que será poesía plenamente romana, ya en hexámetro, que quedó impuesto en la métrica latina y marcó la desaparición del saturnio. Quizás parezca contradictorio el abandono de la métrica tradicional romana —los versos saturninos— por el hexámetro griego, en una obra netamente romana, pero al introducir su uso abrió las puertas para el desarrollo de la poesía romana por lo que algunos llegan a considerarlo como el creador del verdadero latín. Creemos más en un aporte de perfeccionamiento de esa lengua. El tema de los Annales comienza con un sueño de Ennio en la que se le aparece Homero y le trasmigra el alma y así él será el poeta de Roma a la que, como Nevio, su antecesor en la épica romana, evoca a Eneas, a Rómulo y Remo y toda la leyenda e historia hasta su época, pero en forma más amplia y detallada. La obra de la que se han conservado unos seiscientos versos es muy citada por los literatos romanos siguientes.

Marco Pacuvio, hijo de una hermana y alumno de Ennio, fue también pintor. Había nacido en Brindis en el 220 y murió casi nonagésimo en el 132 o 130 A su muerte ya había escrito su epitafio, quizás con mucho ego, pero que manifiesta una gran autoestima y mucha creatividad que lo reproducimos por ser muy original: “Detente, joven, aún si tienes prisa; / Te lo ruega esta lápida, vuélvete / y lee lo inscripto en ella: aquí yacen / los huesos del poeta Pacuvio. Joven, / sólo deseaba que lo supieras. / Y ahora sigue tu camino. Adiós.” No es muy amplia su labor literaria y sus tragedias son sobre el ciclo troyano al estilo o imitadas de Sófocles (495 al 405) a las que dio grandiosidad y solemnidad, de las que se destaca Teucro de Salamina que al regreso de Troya a su tierra, el rey, su padre, Telamón, le reprocha la muerte de su hermanastro Ayax, que se había suicidado, que es una de las leyendas que componen la Ilíada. Otra, Paulus es una praetexta. De autores posteriores se sabe que escribió sátiras sin rastros de ellas y de las tragedias, que serían doce, sólo hay unos cuatrocientos versos. Sin embargo se encuentran comentarios favorables del célebre Cicerón y del erudito, Varrón Reatino, hombres de las letras clásicas del siglo I a. de C.

Tito Macio Plauto (254/250+184) oriundo de Sarsina, una villa de la itálica Umbría, también era plebeyo libre. En Roma comenzó trabajando como cómico en una compañía teatral, pero luego realizó malos negocios con lo ganado que lo empobrecieron de manera tal, que tuvo que trabajar como peón rural, que algunos autores indican que su trabajo era el de mover la pesada piedra de moler de un molino. A pesar del tipo de tarea se dio lugar para escribir obras para teatro y llegó a ser un gran comediógrafo. Se conservan de él varias comedias completas, fragmentos y títulos de otras halladas en diferentes épocas, incluso en un palimpsesto. Según diferentes autores las aceptadas realmente de su autoría, de las más de ciento treinta que se le atribuían, son veinte o veintiuna, quizás porque de la última (por la clásica presentación alfabética) Vidularia, se conservan muy pocos fragmentos. Esta diferencia de más de cien falsas autorías señala por un lado una enorme cantidad de piezas de autores anónimos que especularon, diríamos hoy con la marca Plauto en representaciones posteriores a su muerte en diferentes lugares de Italia. Por otro lado la existencia de muchos comediógrafos oscuros pero de los cuales algunos podrían haber estado cerca de cierta calidad o tenerla, que no tuvieron la fuerza, posibilidades o suerte en ser conocidos. Pero lo importante de ambas cosas es que ya había una fuerza literaria en este siglo III. Aulo Gelio considerado como uno de los eruditos del siglo siguiente, que aportó los nombres de más de 250 autores latinos, señala a varios críticos que trabajaron en la selección de las obras de Plauto siendo la definitiva la de Marco Terencio Varrón, (Reatino) en siglo I a. de C. de quién ya hicimos referencia, quien reduce el número a veinte o veintiuna según diferentes autores. La ubicación tuvo diferentes momentos pero el grupo de las veintiuna piezas seleccionadas se logró en un cuerpo de palimpsestos, el Ambrosiano que se conserva en Milán en la biblioteca de ese nombre descubierto y estudiado en 1815 por el cardenal Ángelo Mai.
En esas obras se observa un amplio espectro de temas y matices, que van desde las intrigas, los amores, cortesanas, equívocos, finales felices, avaros y moralistas y evidente presencia de esclavos, una realidad por la gran cantidad de prisioneros. La calidad de las mismas llamó la atención de los críticos, salvo una no positiva de Horacio. Sin embargo Cicerón, al haber señalado el genuino latín de Plauto, destacó uno de los aportes de este autor a la literatura latina. Su modelo es el ateniense Menandro de mediados del S. IV a fines del mismo, aún cuando no con el grado de su sucesor comediante Terencio, que veremos. Pero no sólo de Menandro sino también de otros autores griegos de la llamada comedia nueva, la posterior a Aristófanes, tales como Filemón, padre e hijo y Dífilo, contemporáneos de Menandro. En algunos casos Plauto también produce contaminatio. Sus comedias son de estilo griego, de las llamadas palliatae, pero muy coloridas y divertidas, del tipo de las primitivas farsas atelanas oscas. Más adelante las atelanas se mejoraran literariamente. Estas representaciones son de personajes típicos, Maccus, Pappus, Bucco y Dossenus, en realidad adecuaciones latinas de los nombres oscos, representando cada uno a estúpidos y obscenos como Maccus, que incluía orejas de asno, y los otros a vanidosos, charlatanes y el último a un jorobado perverso. Eran presentadas con una especie de prólogo y luego el desarrollo era improvisado, a las que Plauto introduce acción y movilidad, en las que el tono burlesco lo atrapa a él en el apodo o mote de Macco que se le daba. Con esta iniciativa Plauto diferencia las comedias del modelo griego básico que están tomadas. Su éxito se debe, por un lado, al conocimiento que tenía del romano rústico y poco culto, con quienes había vivido, a quienes la acción y el canto sencillo salva la racionalidad necesaria para la interpretación. Sólo usó palabras conocidas por el pueblo. Por otro lado, la maestría en el manejo del idioma, tomándose libertades en el uso inculto y soez del mismo, mientras que en la versificación tenía gran efecto en la diversión de los espectadores, siendo éste el máximo provecho de Plauto. Un fragmento de Asinaria resulta ilustrativo: “ ... —¿Qué culpa ves en mi, si hago mi oficio? Nunca se habrá visto en cuadros, estatuas y poemas que una tercera en amores sea muy escrupulosa para tratar con su clientela, si entiendes bien el negocio. —Podías al menos moderar conmigo tu codicia, si querías que yo pudiera resistir más tiempo. —¿No sabes tú que la que es generosa con el amante lo es poco consigo misma? Para las de nuestro oficio, el amante es como los peces (pescado), no valen si no están frescos. ...”. Dos siglos después, las características de su obra serán motivo de críticas por parte de Horacio. Pero de la alegría y la risa, en el epitafio de la tumba de Plauto, dice que están en llanto tras su muerte.
La veintena de obras seleccionadas y sus temas han sido tomadas de varias fuentes bibliográficas con diferentes aportes pero coincidentes en el fondo principal de cada obra. Sin embargo, observamos que en las proyecciones literarias posteriores a las mismas, salvo lo universalmente conocido como “El Avaro” de Molière con respecto a Aulularia, hay amplitud de criterios que surgen de las interpretaciones de las obras posteriores en las que se ven influencias de nuestro autor. Las veintiuna obras son las siguientes: Amphitruo, tema de Filemón de fondo mitológico que Plauto lo convierte en farsa siendo esto una gran creación. Para algunos la obra maestra. Fue tomada por Molière con el mismo nombre, obra en la que de un personaje surge el término sosia que se identifica con el doble de una persona; Asinaria, o La venta de asnos que Plauto dice que es El Asnero de Demófilo y traducido del griego a lengua “bárbara” (el latín) por Maco, pero se desconocen tanto al autor como al traductor; Aulularia, trata de un tesoro hallado en una olla. Es la famosa fuente de el avaro de profundo argumento sobre la edad senil; Bacchides tomada de una obra de Meandro en la que dos viejos se enfrentan a sus hijos por mujeres; Captivi (Los cautivos) Se destaca la figura del abnegado esclavo Tíndaro en el encuentro de un padre con sus hijos, uno raptado de niño y otro prisionero de guerra; Casina, historia de una huérfana tomada de Dífilo. Reaparecerá en “Clizia” de Maquiavelo; Cistellaria, sobre un esclavo liberado; Curculio, también llamada El gorgojo, nombre alegórico de un parásito social. Es muy corta y ciertamente pobre en comparación con las otras comedias; Epidicus, es el nombre de un esclavo intrigante; Menaechmi, graciosa comedia, una de las mejores, sobre dos hermanos gemelos con las consiguientes confusiones que se verá en “La comedia de las equivocaciones” de Shakespeare; Mercator, tomada de Filemón, son aventuras de un mercader; Miles Glorosus, soldado fanfarrón y embustero que lo veremos en el entremés de Cervantes “La guarda cuidadosa” y modelo para muchos otros autores; Mostellaria, esclavo que hace creer a su dueño que en la casa hay un fantasma. Shakespeare toma dos nombres de los personajes en una de sus comedias; Persa, otra de esclavo, en este caso en ausencia de su amo; Poenulus, trata de un padre Cartaginés en busca de sus hijas en manos de un traficante de esclavos. Fragmento con la particularidad de estar escrito en idioma púnico. De esta obra y Mostellaria Ben Jonson toma elementos para su “Alquimia”; Pseudulus, Un servidor mentiroso; Rudens, que para Mirallares Carlo es imitada de Dífilo que es citado en la obra señalando que la ciudad (donde se desarrolla) es Cirene (En la costa africana) “Así lo quiso Dífilo” traduce Solá Farrés del prólogo de la misma, pero agrega que no hay mención sobre títulos por parte de Plauto. Está muy bien tratada la acción que se desarrolla entre gente pobre y pescadores; Stichus, inspirada en Meandro, trata la fidelidad conyugal de dos mujeres en ausencia de sus maridos; Trinummus, historia sobre un tesoro oculto; Truculentus, un esclavo que protege a su dueño de una habilidosa cortesana; Vidularia, llamada comedia de la maleta.

Cecilio Estacio. Se cree nacido en el 220 en región de las tribus celtas. Fue prisionero galo y esclavo llevado a Roma en 194. Mas adelante fue liberado por su circunstancial patrón de quien tomó su nombre romano. Hay fragmentos de unas cuarenta comedias de las palliatae, tomadas de Meandro, que a pesar de la crítica por lo rústico del latín empleado, Cicerón las considera de mérito, destacando la de título Plocium. Además, el célebre romano cita con agrado algunos proverbios de este autor. Uno de ellos es aquel que dice: Planta árboles que den fruto a otra generación. Hermoso. Hoy diríamos ecología sustentable. Pero quizás el mayor mérito fue el de lograr ser escuchado, después de mucha perseverancia, a pesar de que era contemporáneo de Plauto que tenía el mismo fondo de Meandro y que era el ídolo de la escena popular.

Publio Terencio Afro. Otro esclavo, este africano, que aportará su arte a la literatura latina. Nacido en Cartago, se deduce en el 185, era hijo de padres esclavos, por lo cual lo era de nacimiento. De muy niño estuvo en Roma donde aprendió el latín, idioma que sería luego su mejor herramienta de trabajo diferenciándolo de sus antecesores. Tuvo una afortunada crianza y educación por parte de su patrón, el senador Terencio Lucano quien luego lo liberó y, como era la tradición de los nombres de los libertos, tomó el de Terencio y pasó a llamarse, con el prenombre romano que ya tenía y el sobrenombre, cognomen o apodo, de lo más identificativo. Por su talento entró en el círculo de Escipión Emiliano, pero desgraciadamente murió muy joven en un naufragio ocurrido en el 159 durante un viaje al regresar de Grecia donde había ido para tomar contacto con las obras originales Del historiador Seutonio la historiografía toma la edad de 25 años, de la que se ha deducido la fecha de su nacimiento, que aparte de lo oscuro del mismo, poco se sabe de su vida personal. Sus comedias fueron representadas entre el 166 y el 160 a. de C., año anterior de su desaparición. Estas obras fueron siendo presentadas en el siguiente orden: Andraia, La joven de Andros; el Heautontimoremenos, El castigador de sí mismo; el Eunuchus, el Eunuco; el Phormio, el Formión (un parásito); La Hecyra, la Suegra; Los Adelphoe, los Adelfos, o los Hermanos, presentada en los funerales de Lucio Emilio Paulo (padre de sangre de Escipión Emiliano) Su modelo principal fue Menandro, más adherido al mismo que Plauto, pero, a igual que éste, toma otras fuentes para sus obras como por ejemplo La Hecyra imitada de Apolodoro de Caristo, y el argumento para Phormio, del mismo Apolodoro, poeta griego del S. III. La Hecyra pudo conocerse recién en su tercera representación, cinco años después del primer intento en 165 cuando un enfrentamiento de pugilato le arrastró al público. En 160 iba a comenzar o había comenzado cuando se supo de una lucha de gladiadores por lo que se postergó para otra fecha posterior en ese mismo año que fue la que pudo representarse. Estos hechos no hablan muy a favor del público romano de la época y explica la popularidad de Plauto con su rudo y vulgar estilo. Terencio también empleara el artificio de la contaminata, en la fusión de Adelphoe de Menandro y Los Synapothnescontes de Dífilo.
Con respecto a la relación con Plauto, a pesar de muchas similitudes con este comediante, Terencio estuvo bastante distante de la movilidad y forma abierta, divertida y casi grotesca que aquel daba a las obras de casi los mismos autores. Pero la diferencia es sólo de estilo, porque estriba en que las representaciones de Terencio son sobrias, refinadas en el lenguaje y sus personajes más elaborados, siendo además más profunda la exigencia de interpretación de lo que transmiten al público. Algunos autores estiman que Plauto pertenece al tablado y Terencio al teatro. Si bien los comentarios de póstumos a sus obras son elogiosos, siempre destacan cierta frialdad o falta de fuerza, quizás por la traducción del griego al latín en una forma no forzada de esta última lengua. Estas críticas corresponden a muchos clásicos latinos y no incluyen a un rival literario coetáneo, Luscio Lanuvino, al que Terencio enfrentaba en los prólogos de las representaciones, rechazando ataques que iban desde las comparaciones con las comedias de Plauto, pasando por la aplicación de la contaminatio hasta la que, debemos suponer, calumnia, de ser ayudado en la composición de sus obras por Cayo Lelio, miembro del círculo de los Escipiones. En el prólogo de El verdugo de sí mismo que era recitado por un actor, Terencio incluye una desmentida a la calumnia “... cierto poeta tan viejo como maligno va murmurando que el autor se dio súbitamente a la poesía con más esperanza en el ingenio de sus amigos que en el suyo propio, vuestro juicio y vuestro arbitrio decidirán de ello.”

Luscio Lanuvino, el poeta citado en el parágrafo anterior, a quien Millares Carlo señala como malivolus vetus tomando en latín aquella calificación de viejo maligno que Terencio hiciera a su rival, es incluido entre otros autores en una mención de los que sólo se conocen sus nombres. ¿Serán éstos y otros, aquellos anónimos que nos permitimos señalar su existencia en oportunidad de la gran cantidad de obras atribuidas a Plauto y luego desechadas por apócrifas? Al margen de estar vinculados o no con aquellas obras, algunos nombres conocidos pero poco citados pueden ser los siguientes:

Licinio Tégula. A este autor de fines del siglo III o principios del II Aulo Gelio le asigna una comedia con el nombre de Aerea que la incluye en su obra Noctium Atticarum, una especie de enciclopedia por la variedad de temas, y le otorga buena calificación. También es mencionado por Tito Livio como autor de una obra referida a la consulta de los libros sibelinos (pronosticadores) que recomiendan cantos expiatorios.

Atilio fue un poeta cómico del siglo II que se lo ubica haber vivido entre Plauto y Terencio. Se le conocen tres comedias, de las cuales El enemigo de las mujeres, a igual que su antecesor y sucesor es una versión de Meandro. Cicerón lo llama poeta durísimo en cambio Verrón lo considera de sentimientos delicados.

Quinto Trabea, es otro poeta cómico del siglo II que es citado por Cicerón y Verrón.
Al tratar el género prosa serán incluidos otros nombres también poco conocidos.

Lucio Accio. Este autor será el último exponente del género tragedia hasta la época del imperio que reaparecerá recién con Séneca. Accio, nació por el 170 en la colonia romana de Pésaro a orillas del mar Adriático en la región de Umbría, originariamente esclavo. Para algunos será el iniciador de la crítica artística romana, al ser crítico de su propio arte. Sus temas son variados, con Pragmática y Didascálica abarca la crítica y la didáctica; la agricultura en un breve poema, Parerga. Con Annales incursiona en la épica. Pero Accio será conocido en la historia literaria por sus tragedias, coturnadas, como las de Pacuvio, que era su rival en este género. De accio se conocen más de cuarenta títulos y unos setecientos fragmentos de versos. Estas obras cuentan con las críticas favorables de Cicerón y luego de Horacio, Ovidio y Juvenal, que le dedicó una sátira. Su modelo fue Eurípides al que agregó su propia creativa, algunas muy profundas, por ejemplo en Télefo, en la que el héroe desterrado en situación miserable profería: “...Pudo reino, riquezas, la fortuna arrancarme; pero mi valor, no, no puede...”. El sentido de la valentía lo expresa en el Diomedes “... Nobleza no la tiene el hombre del nacimiento; la nobleza se la crea el hombre valiente...” Pero no todas son motivos épicos, en sus dramas hay pasajes de suaves poesías como en Enomao,

“...Antes que la Aurora ardiente los rayos
del Sol anuncie en el cielo; y que los boyeros
despierten a los bueyes del sueño y los acucien,
a hender con el arado las rojas tierras
aún mojadas de húmedos rocíos
y transformar los terrones ablandados...”

Casi toda su obra trágica fue en estilo griego, pero a igual que sus antecesores, incursionó en la praexta con dos conocidas obras. Brutus y Decius. En Brutus honra a la extirpe de D. Junio Bruto Gálico, de quien, como de otros importantes hombres de la esfera política había ganado amistad. El personaje será el legendario primer Bruto, Lucio Junio, a quien el tirano rey Tarquino el Soberbio había hecho asesinar a su padre y familia. Lucio salvó su vida simulando locura, de donde deviene el sobrenombre de Bruto. Luego encabezará la rebelión que expulsará al rey etrusco dando fin a la monarquía e iniciando la institución del consulado, de la que fue primer cónsul y murió en una batalla enfrentando a los hijos del destronado que intentaban restaurarse. En Decius se recuerda el sacrificio de Publio Decio Mus. El padre de éste murió en combate contra la rebelión de los latinos en la batalla de Véseris en el 340 al pie del Vesubio. Haciendo honor a su padre, se sacrificó en la lucha contra una coalición itálica. Fue en la batalla de Sentino en el 295, cuando la derrota romana era inminente, ofreció su vida a los dioses lanzándose solo sobre las huestes enemigas. El hecho reanima a las falanges romanas que trasformaron la derrota previsible en otra victoria que permitió el dominio de la Italia central. Otro Decio, nieto e hijo de los anteriores, murió heroicamente en Ásculo el 279 en una de las batallas contra Pirro. Accio murió en el 94, 89 u 86 a. de C. cualquiera fuese la fecha era ya anciano, y para que no lo olviden encargó la erección de su busto, pero mucho más grande de lo que era su menudo físico.

9 — Otros géneros y sus autores.

Con Terencio en la comedia y Accio en la tragedia, se cierran capítulos de géneros pero no se agotan. Hay una lengua nativa y otra considerada culta, la griega que se utilizan en forma permanente por los escritores para teatro, historia y legislación y de este incesante trabajo en el arte literario en el que surgirán nuevos géneros. A la comedia palliata, la del palio griego, le ocupará el lugar en los escenarios la comedia togata, de la toga romana, también llamada tabernaria, de argumentos y temas muy romanos. No debe confundirse estas representaciones con las praetextaes, también de toga romana, pero correspondientes al género dramático. Pero la comedia togata no tuvo larga vigencia, pronto aparecerá la sátira, que si bien tiene antecedentes en la satura, aquella mezcla de prosa y verso empleada por Ennio, de la que podemos decir que fue una forma rústica en comparación con las nuevas composiciones que realmente será un género nuevo.

La togata tabernaria fue un género que tuvo éxito por el avance del espíritu nacional romano que veía reflejado en estas comedias a su país y sus propias actividades diarias, porque estas piezas estaban referidas a oficios y ciudades que se adelantaban en los títulos. De allí el nombre de tabernarias. En estas obras también se observa la disminución de la participación de los esclavos como personajes en las comedias, lugar que será ocupado por las mujeres. Para una mejor ejemplificación de la relación de títulos y temas sobre regiones, oficios y presencia femenina de estas obras adelantamos algunas de ellas con indicación de los pocos autores y de escasas bigrafías que representaron este estilo de comedias, más que un género: Veliterma, La mujer de Valetri; Iurisperita, la abogada; La citarista o La mujer de Ferentino; La flautista, De Titinio. Aedilicia, La comedia de los ediles y Aqua Caldae, que desarrolla un asunto de mujeres matronas y mujerzuelas en una región de termas, De Atta. Las mujeres de Brindis; El peluquero de las cortesanas; El augur, De Afranio.

Lucio Afranio, el historiador Cayo Veleyo Patérculo (S. I d. de C.) sitúa su vida como contemporáneo de Terencio con quien tendría mucho en común en los temas que profundizan las cosas del alma, manera como se acostumbraba a decir cuando se trataba de interpretar los caracteres sicológicos de los personajes. Al ser Meandro modelo de Terencio, podría hacerse otra relación entre éste y el togista, de acuerdo con una sentencia de Horacio, “La toga de Afranio le hubiera quedado bien a Menandro” De acuerdo con esta opinión, si Terencio estaba muy cerca de Menandro, parecería ser que Afranio lo alcanza.. Un verso de Afranio “... Sólo el sabio sabe amar: los otros desean...”

Quincio Atta, autor del cual Bignone señala que los únicos datos que tenemos de su vida fueron su fallecimiento en el 77 a. de C. y entierro junto al camino de Penestre que lo sabemos por San Jerónimo (345+419) el autor de la traducción al latín del Antiguo Testamento y que tras la revisión del Nuevo, emitió la Biblia Vulgata.

Titinio sólo se conoce su nombre y comentarios de algunos autores que también lo consideran contemporáneo de Terencio. De sus obras se conocen algunos títulos y fragmentos de las sesenta comedias de los tres autores de las cuales algunas de ellas son las mencionadas.

La sátira difiere de la antigua satura por tratarse de un género nuevo.

Cayo Lucilio será quien la incorpora exclusivamente en hexámetros y cuyo objetivo es la crítica a la sociedad, a sus vicios y sus hombres que muchas veces fue mordaz. Lucilio vivió durante casi todo el siglo II desde el 180 al 103 o 102. Nació en Suesa Aurunca de la Campania y murió en su región, en Nápoles. A diferencia de muchos de los autores anteriores no era esclavo ni pobre, sino que su familia pertenecía a la clase de los equites, caballeros, y desde joven estuvo en Roma e ingresó al círculo de Escipión Emiliano, de quien había sido legionario en Numancia. Décimo Junio Juvenal (S. I d. de C.) el satírico por excelencia de la época imperial, lo reconoce como su maestro y lo llama “grande hijo de Aurunca” De sus treinta obras sólo se conocen fragmentos que abarcan un amplio espectro de críticas, desde las dirigidas a los ricos por todos sus vicios, no faltando el de la avaricia y la corrupción familiar, hasta la ignorancia popular, sin dejar de lado ciertas costumbres femeninas. Hay también alusivas a viajes de la que Horacio tomó una como modelo. Ha legado a la historia un orden de prioridades de las virtudes patrióticas, que reza “... pongamos antes que nada el bien de la patria; en segundo término el de nuestros padres, y el propio en último lugar...” La máxima referida es conocida a través de Lactancio, Lucilio Cecilio Firmiano (260+340) el Cicerón Cristiano, que tanto aportó al conocimiento de los romanos. Hay otra de carácter épico de no menor trascendencia hasta la actualidad, que, adecuada, se emplea cuando se comienza perdiendo cualquier tipo de enfrentamiento. “... Fueron vencidos los romanos en muchas batallas; si es verdad; pero en ninguna guerra, jamás fueron derrotados...” Conceptos muy reales para la época que llenaba de orgullo a los triunfadores romanos. Pero sus sátiras, como dijimos, a veces mordaces para la sociedad y sus hombres, para éstos eran muy directas, como las dirigidas a un afeminado de los Decio y a otro político que había ganado fama de corrupto, L Cornelio Lupo. De la critica de los póstumos a su obra, Horacio dice que “... su abundancia es desmedida y su estilo mediocre.”. Los críticos modernos observan apuro en la escritura de sus obras y señalan que no sólo le resta refinamiento, sino que las hacen rústicas y en gran parte de ellas se observa el latín de la calle. El uso de este vocabulario sorprende por cuanto Lucilio ya era de los que escribían para un pequeño círculo y no necesitaba vivir del teatro. Si su latín y sus obras presentaban rusticidad, el contenido de alguna de ellas eran muy crudas, como en algunos pasajes sobre dos personajes de ficción literaria, donde de uno decía “... No, la madre no lo ha parido, lo ha escudillado por la parte trasera...” Quizás su falta de estilo literario se deba a que su formación inicial fue de legionario y recién después de aquella vida comenzó a escribir. Podría decirse que en las sátiras están volcadas sus experiencias de la vida real, la hipocresía de ésta, principalmente en su esfera social y la mordaz de la soldadesca y no las lecturas de biblioteca..

La prosa.: De agri cultura

La prosa es un género que viene con vigencia desde la etapa arcaica con la particularidad, que no se generaba con intención literaria. Pero ya sea por porque así lo exigía la claridad del objetivo por parte del que escribía y del tema mismo, como en el derecho y la documentación oficial, o para lograr el convencimiento de un escrito, por ejemplo de petitorios, propuestas, etc., o bien como documento de lo expresado oralmente en discursos, exigen un estilo y buen uso de la lengua que son los que le dan el carácter de piezas literarias. De nuestra etapa ha llegado muy poco, pero de mucho valor, no sólo por conservarse una obra completa, De agri cultura —tratado sobre la agricultura—, sino por ser la primera y más antigua pieza de la literatura latina en prosa, totalmente en latín, que además proviene, de uno de los hombres más representativos del conservadorismo romano en su tiempo que exige párrafo aparte.

Marco Porcio Catón el Censor.

Como escritor se le conocen varios trabajos siendo el principal el mencionado sobre agricultura, actividad que los romanos no dejan de señalar como la herencia virtuosa del trabajo de sus antepasados. En realidad, sólo lo señalaban. Catón era sincero, aparte de De agri cultura, también conocida como De re rustic, Sobre agricultura , había escrito el Carmen de moribus sobre el tema. De agri cultura, obra histórica para la literatura latina, tiene además el valor de haber sido escrita en lengua de campesinos, concepto de muchos estudiosos de la filología, es un tratado sobre toda la actividad en el campo, en el que se crió y que fue su actividad básica fuera de la política, con muchos consejos para lograr beneficios económicos. También es importante fuente para el estudio de la economía y de las luchas sociales futuras ejemplificadas en los Gracos. Para su hijo, escribió una especie de manual de consejos prácticos: Ad filium libri. Esta obra se compone de principios y valores morales que deben tener las personas, para la sociedad y patria romana que en particular espera las tenga su su hijo. En ella se observan, aún comprendiendo su época y que la esclavitud subsistió hasta hace poco más de un siglos atrás, algunos principios o consejos que trasmiten una idea de materialización de lo humano, como la que aconseja que hacer con los esclavos enfermos: ahorrar en alimentación. Debe el amo venderlos como a los viejos —esclavos o bueyes—. Pero también deben señalarse otros principios sobre el ser humano más objetivos, como el siguiente que es una verdadera máxima que dice: Domina el asunto y no te faltarán palabras. Precepto que en la actualidad, en muchas funciones intelectuales se debería tener en cuenta.
En su vejez escribió historia. Para un hombre con historia, era oportuno escribir una historia de Roma, obra que tituló Orígenes, acorde con su contenido. Catón la escribió en latín y en prosa, que la hacía diferente a los Annales de Ennio escritos en poesía y a las redactadas en prosa de otros autores pero en lengua griega, por ser la lengua culta. Esto es fundamental para diferenciarla de las otras, pero por otra parte se diferencia también porque va más allá de Roma. En el primero de los siete libros que la componen, se observa en ella su crítica a la nobleza en cuanto a que las tierras públicas eran tenidas como de propiedad de los patricios. No podía esperarse otra postura de un plebeyo, aún cuando en tiempos de esta obra era él, un conspicuo miembro de la aristocracia, que ya era la suma de la nobleza patricia y los plebeyos ricos que hemos adelantado, sin embargo llevó una vida muy austera en evidente oposición a la ostentación que ya se evidenciaba en la ciudad.. En el segundo y tercero trata de los orígenes de las ciudades itálicas, de allí la concordancia del título con el contenido. El cuarto y quinto se refieren a la primera y segunda guerras púnicas respectivamente y los restantes a otras guerras hasta sus últimos días en 149. Otra Particularidad de esta historia, aparte de ser sus temas tratados en forma sumaria, es que no se mencionan nombres. A los actores de los hechos; si fueron cónsules, serán mencionados como “los cónsules”, pero Aníbal será el dictador de Cartago. La diferencia es que en su patria los conductores de los ejércitos son instrumentos de Roma, ella es el único “héroe” que reconoce. De esta obra se han obtenido interesas datos sobre España e Italia fuera de Roma.
Sus obras literarias están escritas en latín, como correspondería a toda escritor romano, pero la realidad hacía que los intelectuales romanos estuviesen atraídos por todo lo que fuese culturalmente griego, fenómeno que producía en Catón un fuerte rechazo. Chocaba a Catón la introducción avasalladora del helenismo del que temía destruyera principios tradicionales de la cultura romana, por lo que logró del senado expulsar a filósofos griegos en más de una oportunidad. En 173 a dos epicúreos, contrarios a la escuela estoicista, que él propiciaba, y 20 años después, en 153 a toda una embajada que integraban Carnéades, el escéptico, fundador de la tercera Academia, el peripatético Critolao y el estoico Diógenes de Babilonia o también de Seleucia. Consideraba que a los jóvenes para educarlos son suficientes los conocimientos de los decretos y las instituciones romanas. Otro fundamento fue, según Plutarco, que Catón temía que el estudio de las letras haga preferir a la juventud el bien hablar, en lugar del bien obrar y el ejercicio de las armas. Repudiaba el escepticismo griego y al saber abstracto de ese pueblo, opuesto a su concepción realista y concreta de la vida en la que para él, residía la virtud. Nada más representativo del sentido práctico de los romanos. Sobre este tema el historiador Aymard considera que su rechazo del helenismo no era el odio a un enemigo sino más bien un reproche, evidentemente violento, a sus contemporáneos, que lo imponían a las tradiciones romanas. Es muy válida la posición del historiador, pero Catón, aparte de los señalado de su actitud anti helenista, llegó a descalificar a Sócrates. Sin embargo, es muy posible que al conocer la Italia meridional y la isla de Sicilia pudo haber comprendido la importancia del helenismo, porque él mismo, para enriquecer su cultura había leído a Tucídides y Demóstenes. Además trajo a Ennio de Cerdeña, por lo que traía un helenista, y en sus obras De agri cultura y Orígenes, usó muchos términos griegos, principalmente en la última por las características de la misma. Incluso, algunos autores han señalado que en su vejez aprendió griego, pero para otros lo había aprendido mucho antes de llegar a la ancianidad en Tarento durante la segunda guerra púnica.
Catón es un de los hitos de la literatura latina, pero a este romano no sólo se lo puede recordar como literato, porque esta faz es en gran parte la manifestación escrita de su vida que a la vez es parte de la historia de Roma. Con su figura y actuaciones políticas ampliaremos el marco histórico. Catón nació en Músculo, región de la Sabina en el Lacio, en el 234 a. de C., y murió en Roma en el 149. Los orígenes de la familia son lejanos y plebeyos. Su actividad quedó reflejada, como era costumbre en los tiempos remotos, en el nombre de Porcio, por ser criadores de porcinos, pero fueron o llegaron a propietarios de buena posición, formando parte de los plebeyos ricos. Participó en las guerras de Roma ante los cartagineses Aníbal y Asdrúbal y contra el asiático Antíoco en las Termópilas. Llegó a la magistratura de cónsul con Lucio Valerio Flaco en el 195 y fue censor en 184 que por sus severas medidas de rectitud pasó a la historia como tal. También es llamado, aparte de, el Viejo, el Mayor o el Antiguo para diferenciarlos de su descendiente Catón de Útica, el Joven (95+46) de destacada actividad política al lado de Cicerón. El Mayor también dejó su sino en el senado por los discursos en los que volcada sus convicciones, pero de estos no hay escritos, pero tampoco dudas de lo que han trasmitido sus póstumos, de manera que no debe extrañar que después de muerto se cumplirán sus propuestas según veremos. Catón, para Roma, es tan representativo como los Escipiones, a los que enfrentó en la política interna y logró derrotar, obligándolo, nada menos, que al primer Africano a un auto exilio de la ciudad.. Las razones, ya adelantadas en oportunidad de tratar a Ennio, van más allá de las acusaciones de corrupción a su hermano Lucio por el botín de Asia, en realidad eran un tiro por altura, que hizo impacto en el héroe. Además, el Censor, después de muerto podría decirse que forzó a Emiliano —contra su voluntad— a destruir Cartago. En efecto, Catón murió en el 149 y Cartago fue destruida en el 146. La obsesión de Catón de destruir a Cartago, surge después de una gestión que por el 153 realizó en la ciudad africana y pudo observar el movimiento y poder comercial, principalmente marítimo que tenía. A partir de allí la consideró como una potencia enemiga natural en el mediterráneo, el nuevo campo de expansión de Roma por lo que debía ser destruida. Hasta su muerte, inculcó al senado la necesidad de destrucción de Cartago, incluso cuando se trataban otros temas, terminaba sus discursos agregando “por otra parte, pienso que Cartago debe ser destruida ceterum censeo Carthaginem esse delendam. Roma encontró el motivo para la tercer guerra púnica. Cuando los africanos estaban vencidos, el senado hizo aplicar la sentencia de Catón a pesar de la gran oposición a la medida. Pero Catón, con su fuerza oratoria había arrancado al senado otras decisiones, que podrían ser baladíes, como aquella prohibición de las Bacanales, con relación a la anterior, pero eran por la Roma que él quería —en vano— recuperar. Y Cartago fue destruida.
En un sentido amplio el ideal de los conservadores es el mantenimiento de las instituciones ya sean sociales, políticas, económicas e incluso religiosas, que responde tanto a sanos principios como a intereses sectoriales o incluso personales. Puede ser, y es muy posible, que Catón pueda ser incluido en todos los aspectos. Hay autores que consideran que el enfrentamiento ante el más abierto y “democrático” —siempre entre comillas— grupo de los Escipiones, y postulantes de la tendencia helenística pudo también tener razones de intereses ecómicos. Pero sus decisiones como cónsul, postulados como senador y acciones como censor, la figura de la virtud del conservadorismo romano se identifica con Catón.

10 — La prosa.: Otros géneros y prosistas.

Si bien Catón es prosista y además escribió historia, por ser factor preponderante para la historia del futuro le hemos dedicado un párrafo aparte. Este título seguirá con la mención autores que han escrito historia en prosa y otras manifestaciones al correr de la pluma sin cadencia pero acompañando la elocuencia de las piezas oratorias, la precisión de términos que exige el derecho y la que emplearán los gramáticos y estudiosos de la literatura.

Annales. Entre los prosistas la mayoría escribía sobre la historia de Roma. Fueron los clásicos analistas cuyas historias o formas de historia como hemos señalado, son expuestas en forma cronológica. En general son relatos de hechos sin atender a las relaciones de causalidad. Muy diferente al criterio de Polibio que sobre el tema decía: “En la historia, la atención del escritor como la del lector, no debe dirigirse tanto sobre el relato de los hechos mismos, como sobre las circunstancias que los han precedido, acompañado o seguido”. Polibio fue un escritor griego que estuvo en Roma como rehén después de la conquista de su país. Escribió una historia del Mediterráneo de la época de las guerras púnicas, pero a pesar de estar en pleno período de los precursores no lo es, ni será romano,sino que volverá a Grecia, a diferencia de los otros casos que conocemos, salvo en lo que haya servido de modelo para futuros historiadores romanos.
Aquellos anales fueron escritos por autores poco conocidos y la mayoría en griego hasta Catón, porque luego de su ejemplo lo hicieron en latín. De lo muy poco que queda de sus obras o citas de terceros se ha podido conocer algunos nombres:
Quinto Fabio Píctor, nacido a mediados del siglo III es el más antiguo de los analistas romanos. Su obra Acciones de los Romanos comienza desde Eneas. La escribió en lengua griega y luego la tradujo o la hizo traducir al latín. Por los comentarios favorables de Polibio, Dionisio de Halicarnaso y Tito Livio, que además hace referencia a Fabio como el más antiguo de los historiadores, que se deduce ser Pictor porque sólo menciona el pregnomen, debe haber sido bastante buena. Este autor es nieto del pintor Cayo Fabio Pictor, de donde deviene el sobrenombre familiar, que fuera el primer patricio dedicado al arte pictórico.
Lucio Cincio Alimento, contemporáneo del anterior, autor de De verbis priscis. también se destacó por sus excavaciones y estudio de los monumentos como arqueólogo.
Publio Cornelio Escipión el hijo del Africano, también escribio su historia en griego..
Cayo Acilio, que posiblemente haya sido intérprete de los tres filósofos griegos hechos expulsar por Catón en 155 tiene una Historia de Roma en forma de anales que apareció traducida al latín, versión que fue utilizada por Tito Livio.
Aulo Albino, a quién cita Cicerón como otro analista con producto en griego.
Lucio Casio Emina o Hemina del que se sabe su existencia o muerte en el 146. Se lo considera ser el primero en realizar crítica histórica. Tiene anales en varios libros, uno de ellos sobre la situación posterior de Roma después de las guerras púnicas.
Lucio Calpurnio Pisón Frugi, tribuno en el 149, cuyo apodo, de frugalidad, es tomado en sentido de la austeridad que le era característica. Político e historiador perteneció al círculo de Escipión Emiliano, pero enfrentado a los Gracos.
Cayo Fannio, el yerno de Lelio el Sabio.
Quinto Sempronio Tuditano, el guerrero de Numancia y Sempronio Asilón.
Cornelio Sisenna, cuya historia comprende doce libros, elogiado por Cicerón.
Valerio Anciate al que Tito Livio criticará por las exageraciones.
Lucio Celio Antípatro o Antípater, que al restringir sus relatos en períodos determinados, les daba carácter de monografías, pero por su estilo asiano, de la escuela de Asia, hizo muy vivaz la narración de la segunda guerra púnica, pero no muy veraz.
Cayo Licinio Macro, discípulo del anterior, que aparte de historiador fue gran orador. Nació a fines de nuestra época por el 110 y en el 60, acusado de corrupción iba ser castigado a entregar su fortuna, pero la salvó para su familia suicidándose. Un beneficiado de este suicidio fue su hijo Cayo Licinio Calvo Macer, también orador y poeta lírico del S. I.
Con relación al tema de la escritura de obras históricas en griego, en el tomo de Grecia y Roma de Crouzet, se señala la importancia de la escritura en griego para el conocimiento de Roma en Grecia. Aparte de esta función, muchos de los escritores helenistas, aprendieron y hablaban griego, que es un buena actitud cultural, siempre y cuando no se hiciese el ridículo en intentarlo sin estar preparado suficientemente como llegó a ocurrir. Por otra parte, usar vestimenta griega, daba razón al enojo de Catón.

Piezas oratorias. Son los discursos de los tribunos de brillante retórica y elocuencia en la presentación y fundamentación de leyes propuestas como así también en defensas y acusaciones. Clásicos ejemplos son los discursos de Catón. Cicerón, en su Brutus o De los ilustres oradores, cuyo segundo título es muy ilustrativo sobre el tema que lo trata en diálogo de ficción con Bruto, motivo del primer título, y otro joven, nos brinda una exhaustiva exposición de oradores que se destacaron por su elocuencia de los cuales no todos han quedado por escrito. Pero los escritos, en general, lo fueron después de la exposición oral, incluso corregidos para mejor juicio de la posteridad. Si bien del S.I., el mismo Cicerón es el modelo de la oratoria con mayor retórica y elocuencia de la Roma antigua. Basta recordar las Catilinarias, sus discursos denunciando la conspiración de Catilinas, acusándolo y pidiendo la sentencia de muerte. Por otra parte, sus escritos ya no pertenecen a la humildad de precursor latino, sino, tanto por los temas, su tratamiento y lenguaje utilizado, a un claro exponente de la latinidad. Algunos de aquellos oradores elocuentes, también precursores de la prosa fueron:
Marco Cornelio Cotego. Según Cicerón es el primero que se tiene como tal.
Quinto Fabio Máximo, el general que mantuvo a raya al ejército de Aníbal.
Lucio Licinio Craso, nacido en el 140 y muerto en el senado mientras oraba en el 91.
Tiberio Graco. Cónsul en el 133 muerto ese año por el intento de la ley agraria.
Cayo Graco. Hernano del anterior y cónsul en 123. Se suicidó en 121 acosado por el mismo problema.
Servio Sulpicio Galba (189+135) Es citado como orador y jurista en la historiografía..
Marco Antonio, padre del par en el consulado con Cicerón y abuelo del famoso. Había nacido en el 183 y muerto en el fatídico año 87 por la gente de Mario.

Biografías. Las biografías y memorias también son motivo de escritura en prosa.
Publio Rutinio Rufo, nacido en el 156 discípulo del filósofo griego Panecio de la escuela estoica. aparece como iniciador del género.
Marco Emilio Escauro, hace historia con sus memorias titulada De vita sua.
Quinto Lutacio Cátulo, escribió sus memorias y epigramas. Fue cónsul en 102, con Mario. Se suicidó en el 87 al regreso de éste, otra víctima a igual que Marco Antonio.
Sila (136+78) Como biógrafo es ya posterior a la etapa de los precursores. Fue el vencedor de Mario en las guerras civiles y repitió las persecuciones y muertes de su rival con los seguidores del vencido. Escribió sus memorias después de la sorpresiva abdicación a la dictadura, memorias que quedaron inconclusas, pero luego de su muerte fueron terminadas por un liberto suyo.

Jurisprudencia. Prosa por excelencia. En Roma habrá muchos que se destacarán tanto en la disciplina como en la calidad de sus escritos. Cicerón cita a Sexto Elio; Servio Fabio Pictor y a Servio Sulpicio Galba ya mencionado como elocuente orador y muchos otros de los cuales algunos de ellos lo tomamos de otros autores, tales como Escipión Nasica; Quinto Fabio Labeón; Manio Manilio; Publio y Quinto Mucio Escévola; Publio Licinio Craso Muciano; L. Atilio o Accilio personaje del siglo II a. de C. con comentarios a las Leyes de las Doce Tablas, citado por Pomponio, el famoso jurista del siglo II del imperio.

Gramática y Crítica literaria. Por sus escritos en esta disciplina se citan:
L. Elio Preconiano Estilón comentarista del Canto de los Salios, de Las Doce Tablas y de los textos de Plauto; G. Octavio Lampadión que estudió la obra de Nevio; Quinto Vargunteyo, por la de Ennio. y a Espurio Carvilio en esta clase de estudios.

Escritos oficiales. Las leyes y decretos o senadoconsultos forman parte de la literatura en prosa de estos tiempos, documentos que están muy vinculados a las piezas oratorias por las cuales las proponían y fundamentaban.

11 — Epílogo.

Así, como ya señalamos a Terencio y Accio como cultores finales de esta larga etapa en la comedia y la tragedia, con Catón, el más genuino representante de la prosa en su época, simbolizamos la finalización de la etapa, destacando su valor, por cuanto es la que perfila, en realidad aún más, consolida el latín y una literatura romana. Esta se afirma y brillará en el próximo siglo I, aquel que en el marco histórico se señala como sangriento, pero que en literatura el latín será una literatura de oro como se le llama a la época por sus letras y sus autores, Cicerón, en sus múltiples géneros, César, Tito Livio y Salustio en prosa histórica y la poesía de Cátulo, Lucrecio, Propercio, Tíbulo, Horacio, Ovidio y Virgilio.

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