Thursday, August 17, 2006

VIRGILIO y su Eneida.

VIRGILIO y su Eneida. Por Ernesto Del Gesso

El cercano oriente fue el escenario y motivación de una obra épica a la que continuó otra, que bien pueden considerarse inseparables, cuyos títulos son “La Ilíada” y “La Odisea”. Estas obras han sido atribuidas a Homero, y en conjunto una especie de Biblia épica y mítica para la Grecia antigua y será la referencia básica de toda una cultura. Esta cultura fue asimilada por Roma, que, con sus aportes, la transformó en lo que hoy se conoce como la cultura clásica grecoromana.

Pero Roma era un imperio no sólo occidental, sino que abrazaba el cercano oriente y la idea imperial sólo la tenía de la grandeza contemporánea de su tiempo y la consideraban eterna, pero su origen era pobre. El mito épico y romántico (a términos modernos) de Rómulo y Remo no era suficiente, principalmente con relación a la tradición heroica de los héroes semi dioses y la intervención divina en el mundo griego al que admiraban y envidiaban.

Sin embargo, en lo más antiguo de la historia con reminiscencias del cercano oriente y en ella el mito de su origen heroico y descendencia divina de su emperador, Roma encontrará su fuente para la posteridad. Quien la encuentra será Publio Virgilio Marón, poeta latino nacido cerca de Mantua, sobre el río Mincio en el año 70 a C, de familia propietaria, pero modesta que se esmeró en su educación, la que recibió en Cretona, Milán y Roma y que fue bien aprovechada para consolidar su talento.

Ese talento quedó demostrado en sus poesías de género pastoril y que, como era común en Roma, tomaban los modelos griegos, en este caso Teócrito, creador del género, (poeta del S. III a C) pero con estilo muy propio para elogiar la austeridad de los campesinos romanos de antaño. Estas égoglas, fueron las Bucólicas y las Geórgicas, que incluyen su admiración por Julio César.

Estamos en plena época del ascenso y toma del poder por parte del Octavio, hijo adoptivo de César, que eliminando primero a los asesinos del padre por adopción y luego a sus circunstanciales aliados, reúne todos los poderes, asume como príncipe, que sólo sería el primero entre sus pares, en realidad una ficción como la de César, pero Octavio lo oficializará de hecho y será el emperador, además, con la dignidad de Augusto.

El reinado de Augusto fue el período más brillante de Roma, el de la paz y el siglo de oro de la literatura latina, ya evidenciada en época de César, que llegará a brillar por evolución propia de sus poetas y además por la gestión de Cayo Clinio Mecenas, de quien deriva el llamado mecenazgo. Este incipiente poeta, de estirpe noble, fue amigo y consejero de Octavio desde antes de llegar a Augusto.

Su estrategia fue la de reunir y agrupar alrededor del emperador a figuras tales como Horacio, Propercio, Tibulo, Ovidio y otros menores dotándolos todo el favor oficial y en particular a Virgilio, que había perdido su propiedad a manos de los soldados veteranos de Octavio, que por acto demagógico distribuyó tierras, pero que a él le fueron reintegradas.

Es muy posible que Mecenas le haya encargado una obra épica para elogio y fervor del sentimiento de Roma a quien ya contribuía con sus obras pastorales a la política del emperador de moralización y recuperación de los valores tradicionales, al valorar el esfuerzo y el trabajo de los campesinos en oposición a los que parasitaban en la ciudad.

Sea como fuere, el hecho es que por el año 29 a de C Virgilio comienza la obra. Por la ya señalado, no nos sorprenderá que su modelo sea griego y en este caso nada menos que de Homero. Basado en datos de la “Ilíada” en la que los dioses adelantan a uno de los príncipes troyanos —Eneas— que no morirá, lo tomará como héroe de su obra e invertirá el orden de los libros homéricos, haciéndole vivir a su héroe primero una larga “odisea” y luego las luchas en tierras romanas y el triunfo final que reviven la “Ilíada” Una “Odisea” y una “Ilíada”, así, en este orden, aparecerán reflejados —respectivamente— en los seis primeros y seis restantes de los doce libros que componen la obra que Virgilio no pudo disfrutar, pero si Augusto, según veremos.

La Eneida es la continuación del poema homérico después de la destrucción de Troya, por lo menos en su príncipe Eneas, que llevará a otras tierras los penates, los símbolos religiosos del pueblo troyano que fueron recuperados de las ruinas del palacio, hecho que admiró a los griegos al ver que el príncipe rescataba a su padre ciego y no buscó ni joyas ni oro, sino sólo las cosas sagradas.

La obra, no tiene por objetivo los detalles del glorioso cumplimiento del mandato de los dioses por parte de su elegido Eneas, de trasladar, como sabemos, a nuevas tierras los símbolos de los dioses troyanos, sino dar a Roma un origen legendario de tradición helénica, vinculado con el cercano oriente donde el imperio tiene asentado gran parte de su poderío y necesita justificación de su presencia más allá de la fuerza de sus legiones. Pero además tiene también otro objetivo.

Ese otro objetivo era otorgar al emperador un linaje que será canal para su endiosamiento, por eso se señaló en el párrafo anterior que Virgilio no disfrutó su obra, pero si Augusto y con gran provecho, por el prestigio que le brindó al imperio y a su persona. Estos objetivos surgen del mítico contenido de la obra.

La primera parte, como se ha señalado relata la “odisea” que sufrió Eneas con su flota desde su partida de las ruinas de Troya hasta las costas del Lacio Itálico, con aventura amorosa incluida, vivida en Cartago con la legendaria reina Dido (1) con final del futuro romanticismo por el suicidio de ella tras el abandono por parte de él, obedeciendo el mandato de los dioses que le exigieron continuar su viaje. Ya en tierra italiana, se evidencia el final de esta primera parte que ha sido principalmente marítima.

Los restantes seis libros relatan las alianzas, guerras y el triunfo final en combate personal como el homérico de Aquiles y Héctor, de Eneas obre el caudillo local Turno. Es la versión occidental de la Ilíada. Debe aclararse que Eneas no será fundador de Roma, sólo fundó un pueblo y su hijo, Ascanio, Julo para los itálicos, fundará Alba Longa, faltan siglos para Rómulo y Remo.

Pero falta algo más en la reseña, que extiende la significación de la epopeya al emperador. Eneas era hijo de un mortal, Anquises y de la diosa Venus, engendro común en la mitología griega (2). Su hijo Julo será el primogénito de la gens Julia, la gens de Julio César y Octavio, por lo cual el ahora Augusto era descendiente -nada menos- que de un nieto de la diosa Venus.

La epopeya también incluye la ayuda recibida de Evandro un griego emigrado que reinaba sobre un pueblo asentado en el Palatino, una de las siete colinas de Roma, donde nacerá en su tiempo el emperador y se levantará el templo de Apolo, allí donde estaba la casa natal de Augusto. La epopeya de Virgilio había concluido y tuvo su remate final.

Recordemos que Virgilio comenzó su trabajo en el año 29 a de C, once años después, en el 17 el autor moría en Bríndisi, aún sin haber concluido plenamente su obra de la que faltaba una total revisión que llevaría algunos años más, por eso, sin plena seguridad del valor de lo escrito, antes de su muerte, pidió que se destruyera lo elaborado. Augusto y su círculo conocían lo escrito y no lo permitieron. La posteridad ha reconocido a Virgilio como el más grande poeta latino y a Augusto, al margen de su gobierno e interés en la obra, haberla salvado.
Fin.

Notas.

(1) Hija de un rey de Lidia, para algunos autores de Tiro, que tras una hambruna y su viudez, se embarcó en búsqueda de un mejor lugar. En las costas de África compró un terreno del tamaño que abarque la piel de un buey, con astucia corto la piel en finos trozos por lo que pudo ocupar un espacio mayor para ella y su gente. Este pequeño territorio y población, será el origen de la futura Cartago.

(2) La mitología asigna a Venus gran cantidad de amores debido a que Apolo, por despecho, al haber sido rechazado por ella, la obligó a casarse con Vulcano, su hacedor de flechas, ser casi deforme, a quien Venus le era infiel con otros dioses y mortales. En el caso de Anquises, ella se enamoró al contemplarlo pastar sus rebaños y su amor, del que nació Eneas, debía ser secreto, cosa que el hombre no respetó por lo cual lo encegueció. Otras fuentes sobre mitología dan versiones con algunas diferencias sobre la expuesta.

Bibliografía.

Virgilio. “Eneida” Madrid, Planeta De Agostini, 1995.

Virgilio. “Bucólicas, Geórgicas, Eneida” París, Banier, s/f.

Grimal, Pierre. “El siglo de Augusto” Bs.As., Eudeba, 1965.

Fustel de Coulanges, Numa Denis. “La ciudad Antigua” Bs.As., C.S.Ed., 1996

Gaytán, Carlos. “Diccionario mitológico” México, Ed. Diana, 1965.

0 Comments:

Post a Comment

<< Home