Wednesday, July 12, 2006

PROPERCIO, el desconocido.

Sexto Aurelio Propercio fue un poeta romano nacido en la antigua región de Umbría que hoy en parte, ocupa la provincia de Perusa, cuya ciudad capital del mismo nombre, es una de las nueve que se disputan el honor de ser cuna del poeta. Pero en esa provincia es la legendaria Asís, la que reune mayor consenso como lugar de naciemiento, por lo menos en las fuentes bibiliográficas consultadas.
No hay fecha cierta de su nacimiento y son diversas las que se asignan, una de ellas es en el 708 de la fundación de Roma (754) que en nuestro calendario sería el 46 a de C. Su familia era del orden ecuestre (caballero romano) cuyo padre fue víctima de las guerras civiles. Su madre lo llevó a Roma para estudiar. Logró asimilar una amplia cultura, pero fue su poesía la que le permitió destacarse en esa ciudad donde murió muy joven, a los 30 o 35 años, en el 15 a de C.
Vivió durante el período más brillante de la literatura latina que se produce a fines de la república (época del asesinato de Julio César en el 44 a de C.) y los inicios del imperio de Augusto (27 a de C. a 14 d de C.) que es donde llega a su máximo esplendor, producto de varios factores. El principal de ellos es la propia maduración de ese arte que se venía gestando desde mucho tiempo atrás. El alcance del cenit en ese espacio de tiempo no escapa a la situación de paz que se vivió luego de las guerras civiles.
Pero además, será también factor prponderante una clara política de enaltecer al imperio y al emperador mismo. Política que el imperio, en realidad el emperador, tuvo un vital ejecutor, que fue Mecenas Cayo Clinio, hombre de la nobleza y consejero de Octavio desde antes de ser elevado a la dignidad de Augusto. Fue el artífice de la reunión en palacio de poetas y artistas, a los que trató por igual salvándoles cualquier dificultad económica (que muchos la tenían). Su trabajo no lo realizaó sólo por lo que hoy llamaríamos amor a la cultura, sino con gran visión de estado. Su gran logro fue que la grandeza de Roma fuese no sólo la de sus triunfos en las guerras, sino también la su cultura. Grecia era el gran modelo. Legó su nombre a la institución del mecenazgo.
Acceden al entorno de Augusto, Ovidio, Horacio, Virgilio y otros de casi igual valía, entre estos Propercio, que quedan velados por las sutilezas que hacen transcendentes a aquellos. Para algunos autores, Virgilio y Horacio son los únicos que pueden anteponerse a Propercio, quien, con Ovidio y Tibulo son los más grandes elegíacos latinos. Nuestro héroe de la poesía elegíaca, era también un verdero erudito y su saber lo volcaba en sus elegías a las que sobrecargaba con citas mitológicas.
Sus modelos, como la de todos los literatos de su medio y época, fueron griegos, pero marca la diferencia del estilo latino Tuvo su musa inspiradora en Hostia, su gran amor, que él llamó Cintia, musa que no sólo lo inspiraba en el placer del amor, sino en el dolor de los amores no fieles y que al final lo abandonó. Para él fue una pasión juvenil iniciada a los dieciocho años. Ella era una hermosa mujer, bastante mayor que él, que no se privaba de los convites y amores pasajeros de los muchos hombres que en Roma difrutaban de la riqueza suficiente para atraer cortesanas.
En los cuatro libros que se conocen de su obra, Propercio lleva la tristeza elegíaca, desde el ciego amor por Cintia en el primero, pasando por los dos siguientes que expresan las pasiones extremas del amor —el goce y el dolor— hasta el canto a Roma en el cuarto. Éste, producido después del rompimiento con su amante, que morirá al poco tiempo. En sus cantos a Roma la épica estará presente, pero principalmente —en vuelco total de su vida amorosa con la cortesana (y otras pasajeras a más de Hostia)— resaltará el dolor y el valor de las matronas romanas, las esposas legales, cuando sus maridos van a la guerra por la angustia de la espera de su regreso en fidelidad, evocando a Penélope.
Hay en este libro una clara concordancia con la política moralizadora y de restauración de valores de la Roma austera de antes del imperio, que intenta Augusto. Sólo fue un intento. De todos modos, el intento fue sincero y uno de los medios fue a través de revalorar el matrimonio. Este era el objetivo de Porpercio en sus últmas elegías. Pero no dejará de recordar a su amada, incluso en este último libro, tan alejado de aquellos de la pasión, que el alejamiento y la muerte no fueron suficiente para provocar el olvido.

Fin

Bibliografía:
Grimal, Pierre. "El siglo de Augusto" Bs.As., Eudeba, 1965.
"Líricos y elegíacos latinos" Tomo II en Biblioteca clásica T. CCXXXI, Madrid, 1914.
Enciclopedia Británica.
Enciclopedia Universal Ilustrada Espasa
Cárdenas, Eduardo. "Diccionario biográfico universal" México, Enciclopedia Moderna, 1963.
Selección y composición: Ernesto Del Gesso

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