OVIDIO.
Tristeza en el Ponto: Las “Tristes” y las “Pónticas”
Salvo eruditos, intelectuales, estudiosos de la historia antigua, de las letras y gente de amplia cultura o lectura conocerán los nombres de las obras del subtítulo que pertenecen a Ovidio. Publio Ovidio Nasón, fue uno de los poetas que componían el círculo áulico de literatos y artistas con que se rodeó el emperador romano Augusto que imperó entre 31 a C al 14 d C.
Ese medio siglo es el centro del llamado siglo de oro de la literatura romana que viene evolucionando desde de Julio César, incluso antes con Lucrecio, luego Cátulo, Virgilio, Horacio, Propercio, Tibulo, aún cuando éste se desvió hacia un protector que lo llevó a Oriente y Ovidio, que cayó en desgracia y fue desterrado de Roma, motivo y tema de sus elegías, muy dolorosas —propio del género elegíaco— las “Tristes” y las “Pónticas”.
La causa de la regalatio, exilio más leve que la deportatio, por lo cual no perdió ni sus bienes ni la ciudadanía, no ha llegado a conocerse, ni de parte del imperio que no menciona la causa en la orden de extrañamiento ni por parte de Ovidio, a pesar que, en las “Tristes” el manifiesta saberlo, al señalar que hubo un hecho más grave, que aquellos factores que todos suponen.
Aquellos factores fueron sus primeras obras, anteriores a dos previas al exilio, de las cuales una de éstas es su mejor obra: “Metamorfosis”. Extraordinario trabajo de reunión de 250 leyendas sobre mitos en los que los humanos sufren transformaciones en animales, plantas o piedras La otra, la última, es “Fastos”, recopilación de las fiestas religiosas, pero su estilo más festivo que religioso no era lo que pretendía Augusto y no ayudó a borrar el encono que le venía teniendo.
¿Y cuáles fueron aquellas primeras obras factores de su desgracia? Las eróticas. Debe aclararse que en Ovidio el erotismo era sólo literario, él llevaba una vida cabal con su familia en una Roma lujuriosa. Y he aquí el punto de la cuestión. Augusto había encarado una política de moralización y recuperación de las austeras tradiciones romanas muy abandonadas.
En realidad un intento frustrado que su familia no cumplía y menos sus Julias, hija y nieta.
De aquellas obras dos han pasado a la posteridad, las “Heroidas” y el “Arte de amar”. Las “Heroidas” son cartas entre amantes y enamorados de las leyendas mitológicas, con excepción de una, pero que se duda de su autoría ya que escapa a la temática mítica de la obra; es la carta de Safo, otro símbolo del erotismo, a su supuesto amado Feón.
En el “Arte de amar” asume el papel de maestro del amor, por cuento es casi un manual sobre estos sentimientos, en particular sobre los menos sentimentales, tales como consejos para disimular la infidelidad. El tema era propicio para la época en que Roma no sólo era la capital del imperio sino también la del placer, pero en nada, según vimos, para los planes del emperador, agravado en este tema por la conducta primero de su hija y luego la nieta.
Ambas fueron desterradas en sus respectivos momentos, pero al de la joven Julia se involucró a Ovidio como amante, lo más posible es que haya sido una difamación, pero ya estaba catalogado como corruptor de su principal público, la juventud. Comenzó a circular el rumor de un castigó y a fines del año 8 d C llegó la orden del exilio forzoso y vivió “el día de sus funerales” el de la despedida de su familia. Nunca volvió a ver a su esposa y sus hijas.
Su destino fue Tomis en la costa occidental del entonces Ponto Euxino, el mar Negro, que hoy es la turística ciudad de Constanza en Rumania, pero en aquella época, el pequeño pueblo, nos relata Ovidio, estaba aislado entre las estepas y el mar inhóspito (*), donde había que cuidarse de los bárbaros escitas que no cesaban de matar colonos romanos. (A cuyo país habían conquistado y transformado en una provincia oriental más.)
Las “Tristes” y las “Pónticas” son sus últimas obras, no de la calidad de las anteriores y por demás diferentes, incluso entre sí. “Tristes” son lamentos por las acusaciones, su situación y como se señaló, el reconocimiento de un error grave que cometió, más allá de su “Arte de amar” pero sin develarlo. Además, las “Tristes” son elogios y súplicas al emperador, las que nunca fueron escuchadas, tampoco por su sucesor Tiberio en los tres años que transcurrieron entre la muerte de Augusto y la de Ovidio.
Las “Ponticas” por el Ponto Euxino, ya son poemas pesimistas. Pasado unos años el poeta denotaba haberse doblegado ante la realidad y presentía que su vida acabaría sin volver a ver a su familia y a Roma. Murió allá en el año 17 de nuestra era: 9 años de tristeza en el ponto.
(*) Si bien el mar para los griegos es thálassa, agua salada, palabra que hizo histórica Jenofonte en su “Anábasis” o “La retirada de los 10.000” por el grito de la vanguardia
al llegar a una cima y divisar el mar luego de larga marcha por los desiertos persas, este término no es de raíz indoeuropea, desconociéndose de donde la tomaron los griegos. Un sinónimo griego es ponto, mar salado, Ponto Euxino de “Eu”, bueno y “xenos”, extranjero, significa “Mar Hospitalario” pero no es una paradoja por las reales características del mar, sino que empleaban una “Eufenia” palabra de buen augurio, que se usaba para evitar las palabras de mal augurio. En castellano es una antífrasis, figura que menciona lo contrario de la idea real. Era una forma de evadir el terror que representaban las tempestades de ese mar.
Fin.
Bibliografía:
Grimal, Pierre. “El siglo de Augusto” Bs.As., Eudeba, 1965.
Grimberg, C. y Svanström, R. “Historia Universal” T. 3 Roma. Bs.As. Círculo de Lect. 1984.
Kitto, H.D.F., “Los griegos” Bs.As., Eudeba, 1966.
Ovidio. “Heroidas” Madrid, Alianza, 1994.
Ovidio. “Tristes” Madrid. Planeta De Agostini, 1998.
Selección y composición: Ernesto Del Gesso.
Tristeza en el Ponto: Las “Tristes” y las “Pónticas”
Salvo eruditos, intelectuales, estudiosos de la historia antigua, de las letras y gente de amplia cultura o lectura conocerán los nombres de las obras del subtítulo que pertenecen a Ovidio. Publio Ovidio Nasón, fue uno de los poetas que componían el círculo áulico de literatos y artistas con que se rodeó el emperador romano Augusto que imperó entre 31 a C al 14 d C.
Ese medio siglo es el centro del llamado siglo de oro de la literatura romana que viene evolucionando desde de Julio César, incluso antes con Lucrecio, luego Cátulo, Virgilio, Horacio, Propercio, Tibulo, aún cuando éste se desvió hacia un protector que lo llevó a Oriente y Ovidio, que cayó en desgracia y fue desterrado de Roma, motivo y tema de sus elegías, muy dolorosas —propio del género elegíaco— las “Tristes” y las “Pónticas”.
La causa de la regalatio, exilio más leve que la deportatio, por lo cual no perdió ni sus bienes ni la ciudadanía, no ha llegado a conocerse, ni de parte del imperio que no menciona la causa en la orden de extrañamiento ni por parte de Ovidio, a pesar que, en las “Tristes” el manifiesta saberlo, al señalar que hubo un hecho más grave, que aquellos factores que todos suponen.
Aquellos factores fueron sus primeras obras, anteriores a dos previas al exilio, de las cuales una de éstas es su mejor obra: “Metamorfosis”. Extraordinario trabajo de reunión de 250 leyendas sobre mitos en los que los humanos sufren transformaciones en animales, plantas o piedras La otra, la última, es “Fastos”, recopilación de las fiestas religiosas, pero su estilo más festivo que religioso no era lo que pretendía Augusto y no ayudó a borrar el encono que le venía teniendo.
¿Y cuáles fueron aquellas primeras obras factores de su desgracia? Las eróticas. Debe aclararse que en Ovidio el erotismo era sólo literario, él llevaba una vida cabal con su familia en una Roma lujuriosa. Y he aquí el punto de la cuestión. Augusto había encarado una política de moralización y recuperación de las austeras tradiciones romanas muy abandonadas.
En realidad un intento frustrado que su familia no cumplía y menos sus Julias, hija y nieta.
De aquellas obras dos han pasado a la posteridad, las “Heroidas” y el “Arte de amar”. Las “Heroidas” son cartas entre amantes y enamorados de las leyendas mitológicas, con excepción de una, pero que se duda de su autoría ya que escapa a la temática mítica de la obra; es la carta de Safo, otro símbolo del erotismo, a su supuesto amado Feón.
En el “Arte de amar” asume el papel de maestro del amor, por cuento es casi un manual sobre estos sentimientos, en particular sobre los menos sentimentales, tales como consejos para disimular la infidelidad. El tema era propicio para la época en que Roma no sólo era la capital del imperio sino también la del placer, pero en nada, según vimos, para los planes del emperador, agravado en este tema por la conducta primero de su hija y luego la nieta.
Ambas fueron desterradas en sus respectivos momentos, pero al de la joven Julia se involucró a Ovidio como amante, lo más posible es que haya sido una difamación, pero ya estaba catalogado como corruptor de su principal público, la juventud. Comenzó a circular el rumor de un castigó y a fines del año 8 d C llegó la orden del exilio forzoso y vivió “el día de sus funerales” el de la despedida de su familia. Nunca volvió a ver a su esposa y sus hijas.
Su destino fue Tomis en la costa occidental del entonces Ponto Euxino, el mar Negro, que hoy es la turística ciudad de Constanza en Rumania, pero en aquella época, el pequeño pueblo, nos relata Ovidio, estaba aislado entre las estepas y el mar inhóspito (*), donde había que cuidarse de los bárbaros escitas que no cesaban de matar colonos romanos. (A cuyo país habían conquistado y transformado en una provincia oriental más.)
Las “Tristes” y las “Pónticas” son sus últimas obras, no de la calidad de las anteriores y por demás diferentes, incluso entre sí. “Tristes” son lamentos por las acusaciones, su situación y como se señaló, el reconocimiento de un error grave que cometió, más allá de su “Arte de amar” pero sin develarlo. Además, las “Tristes” son elogios y súplicas al emperador, las que nunca fueron escuchadas, tampoco por su sucesor Tiberio en los tres años que transcurrieron entre la muerte de Augusto y la de Ovidio.
Las “Ponticas” por el Ponto Euxino, ya son poemas pesimistas. Pasado unos años el poeta denotaba haberse doblegado ante la realidad y presentía que su vida acabaría sin volver a ver a su familia y a Roma. Murió allá en el año 17 de nuestra era: 9 años de tristeza en el ponto.
(*) Si bien el mar para los griegos es thálassa, agua salada, palabra que hizo histórica Jenofonte en su “Anábasis” o “La retirada de los 10.000” por el grito de la vanguardia
al llegar a una cima y divisar el mar luego de larga marcha por los desiertos persas, este término no es de raíz indoeuropea, desconociéndose de donde la tomaron los griegos. Un sinónimo griego es ponto, mar salado, Ponto Euxino de “Eu”, bueno y “xenos”, extranjero, significa “Mar Hospitalario” pero no es una paradoja por las reales características del mar, sino que empleaban una “Eufenia” palabra de buen augurio, que se usaba para evitar las palabras de mal augurio. En castellano es una antífrasis, figura que menciona lo contrario de la idea real. Era una forma de evadir el terror que representaban las tempestades de ese mar.
Fin.
Bibliografía:
Grimal, Pierre. “El siglo de Augusto” Bs.As., Eudeba, 1965.
Grimberg, C. y Svanström, R. “Historia Universal” T. 3 Roma. Bs.As. Círculo de Lect. 1984.
Kitto, H.D.F., “Los griegos” Bs.As., Eudeba, 1966.
Ovidio. “Heroidas” Madrid, Alianza, 1994.
Ovidio. “Tristes” Madrid. Planeta De Agostini, 1998.
Selección y composición: Ernesto Del Gesso.
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